lunes, 1 de diciembre de 2008

ALFONSO GROSSO



He vuelto a leer, una vez mas, Inés just coming, la novela que publicara Alfonso Grosso a finales de los sesenta, he recordado la última vez que le ví sin verle por la calle Alemanes, a los pies de nuestra Giralda, con un inútil e imposible saludo, con la sensación de haber agotado todo su relato y haber sobrevivido. Comparece Alfonso Grosso en el recuerdo, perdido y extraordinario en sus monólogos, persistente en sus estética acumulativa y en su prosa tensa y barroca, en su gran sabiduría retórica
Conviene señalar unas palabras de Flaubert que bien se pueden aplicar a esta escritura y a su legado de extraña profundidad; “Para describir un fuego llameante y un árbol en una llanura, permanezcamos ante ese fuego y ese árbol hasta que no se parezcan, no se nos parezcan, a ningún otro árbol y a ningún otro fuego.

6 comentarios:

Marisa Peña dijo...

Alfonso Grosso es otra de las deudas pendientes de esa desmemoria literaria, y de otros tipos, que ejercemos en este país... Su voz rotunda, enérgica, envolvente, debería volverse a oír. Qué bien haces trayéndole a tu rincón para hacer que vuelva a nuestra memoria dormida.Un abrazo

Anónimo dijo...

Gracias, luis, por este breve y hermoso recordatorio.

Anónimo dijo...

Luis, siempre es fiable tu capacidad de síntesis, y esa peculiar forma tuya de semblanza o retrato de autores y obras, aunque sé que éste no es el medio, podrías estenderte mas sobre algunas cuestiones.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Breve y acertada reseña, pasando con elegancia sobre los desgraciados y tristes últimos años de este escritor importante, bastante olvidado fuera de Sevilla.

ONDA dijo...

Conoceras que hay otro Alfonso Grosso el pintor de las monjas de clausula sevillanas al que yo conocí en los 70 le recuerdo comiendo con una ancianidad escrupulosa, una merluza en una terraza de un restaurante del centro.

Leeremos a Grosso el novelista.

José Luis Garrido Peña dijo...

En efecto, Onda, buen pintor y también algo olvidado, lo vi. algunas mañanas por el patio de la antigua Escuela de Artes y Oficios de Sevilla, en la calle Zaragoza, tendría yo unos catorce años y era mi primer curso.

Un abrazo.