lunes, 20 de febrero de 2012

EL VIEJO PALACIO




Cuando extraño e inmenso como su deseo aparece el mundo ante el niño, en sus maravillosos itinerarios es un cartógrafo de lo absoluto, viajar a la infancia es viajar a las profundidades y es extravío. El tiempo va creando fronteras, el flujo de la paradoja, hierbas de agua que se hunden en su espejo. La memoria, gran simuladora, chocando entre aquellos muros, aun se levanta, camina y quiere volver a extraviarse. Sobre el año 1973, el Palacio de los Marqueses de la Algaba estaba en un estado ruinoso y lamentable. No solo para las instituciones, sino para una gran parte de vecinos del barrio aquello era  “cuatro muros viejos que habían que tirar y hacer pisos”. No se pudo salvar su gran jardín, que algunos sevillanos recordarán como el cine de verano Arrayán. Hubo un primer intento de trasladar allí el Mercado, pero sin acuerdo con el especulador de turno, finalmente hicieron viviendas y se perdió el hermoso jardín que pudo haber sido, Pasados unos años y tras el derrumbe de una de las crujías del patio debido al abandono de una fallida intervención, el palacio parecía ya condenado a la piqueta. Comunicaciones al Ayuntamiento, al Ministerio, prensa,  trabajos. hasta que  llegó el dinero del plan URBAN y se culminó felizmente su reconstrucción-restauración. En aquel viejo jardín y entre sus muros abandonados pasé muchas horas libres y felices de la infancia entre juegos y aventuras con mis amigos, con sus últimos vecinos y viejos artesanos. Por eso hoy, como en 2005, me vuelve a alegrar esta noticia. Esperemos que sea  para el bien y disfrute de todos.




Nota; me hubiera gustado incluir más viejas fotografías y documentos, aparte de las que aparecen arriba, del interior hechas por mi a finales de los setenta, pero entre mudanza, regalos y ataques de expurgo parece, para variar, que las he perdido.

miércoles, 8 de febrero de 2012

BLANCO, NEGRO Y GRIS.

José Luis Garrido Bustamante
Poemas entre dos siglos. 2011
Guadalturia


El EXPRES DE LA VEINTITRES

En recuerdo de mi padre

Sonaba en la distancia broncamente
llenando de rugido el aire frío
y el hombre se asomaba a la clepsidra
y daba su sentencia fiel y escueta:
-Las once. Ya se ha ido. El tren corre.
Y lento reclamaba a su recuerdo
la férrea teoría de vagones
reptando con apego de gusanos
por montes y praderas agrisadas.
En uno de sus cúbitos dormía
la carta que datara aquella tarde
con torpes, negras, teclas renqueantes.
-Mañana, allí, en Madrid, decíase el hombre,
sabrán de mi desvelo en el trabajo.
Y urgaba los bolsillos de su abrigo
con dos honradas manos poderosas.
El aire lo acechaba tras la esquina
borrando con acero su sonrisa.



HOLOGRAMA

Las figuras irán cambiando prestas:
Sus perfiles, sus risas, su presencia
no serán otra vez, cuando se apague
la redonda luciérnaga dorada.
Holograma en cadena persistente,
nada es como fuera hace un instante
en la vida de nadie. Ni en la mía.
Una vez caminaron paralelas
-o, tal vez, yo dijera más exacto-
que fundieron sus haces un minuto
en la tersa pantalla de la anécdota.
El y ella en el cruce solitario
de las largas rodadas polvorientas.
Una vez…hace tanto…está tan lejos…
que se pierde el contorno de sus cuerpos
en la lenta y rojiza atardecida.


Poemas pertenecientes a "Blanco, negro y gris", nuevo libro de José Luis Garrido Bustamante