sábado, 27 de septiembre de 2008

DANTE


Es muy cierto que si todas las bibliotecas desaparecieran y no quedara en la tierra un solo ejemplar de las obras de los grandes escolásticos, con la Divina Comedia de Dante se podría reconstruir las grandes líneas de la fe medieval y sus formas de vida.. Viejo sueño o promesa de su juventud, la obra de Dante es de una fuerza creadora extraordinaria, de una audacia y envergadura sin igual, la voz de los muertos y quizá la profecía del recuerdo llenan sus páginas, reencarna a las grandes voces del pasado, autores del Antiguo y el Nuevo Testamento, Virgilio, Alberto Magno y Tomás de Aquino, todo lo destinado a la muerte se transmuta en eterno por la fuerza arrolladora del genio y sus últimas causas; caminar de la mano de Beatriz por el Paraíso.

domingo, 21 de septiembre de 2008

LA PALABRA CREADORA DE REALIDAD


Antonio Gamoneda
Arden las pérdidas
Tusquets - 2003


El lenguaje poético es por su naturaleza y porque en otro caso estaría de más, un lenguaje anormal; un lenguaje en que se dice lo que es indecible en el lenguaje “de la cotidianidad”; un lenguaje con un legislación semántica, asociada necesariamente a una causa musical, que excede el uso común lingüístico, la pura denotación léxica.
Estas palabras pertenecen a un articulo publicado no hace mucho por A. Gamoneda sobre la situación de la poesía en el nuevo siglo, breve artículo en que sintetizaba su poética. En otro artículo de Jacques Ancet sobre nuestro autor se nos dice “Que escribir es perderse uno mismo como persona particular para que, en el espacio vacante de la interioridad, pueda producirse ese acontecimiento esencialmente verbal -ese animal formado por palabras- que constituyen el poema. Mas que lenguaje de la experiencia, el poema es así experiencia del lenguaje, y no es sino en él y por él como puede tener una experiencia existencial auténtica. Experiencia que no se conoce de antemano, puesto que no toma consistencia y no se revela al poeta más que en el espacio mismo del poema”
El conjunto de textos dispersos reunidos en este último libro es un paso más en esa dirección. De nuevo con el versículo se muestra esta poética de la temporalidad y la pérdida, del vacío.En este descenso hacia la raíz o la oscuridad, la palabra actúa como sustancia de vida mientras se realiza.El empleo magistral de los símbolos que este autor viene proponiendo desde hace tanto en su escritura nos devuelve algo que está bastante perdido en el actual panorama de la poesía española; la honda experiencia del lenguaje y su libertad. La palabra creadora de realidad y no la palabra meramente informativa. Vaya este ejemplo de obra y filosofía creativa para tantos normalizadores del lenguaje poético.
Revista Istmo
Abril 2003

jueves, 11 de septiembre de 2008

CITA CON PEDRO CASALDALIGA

EL PARAISO


No anhelamos comer la fruta vana.
Hijos de barro y libertad, nosotros,
en la común desolación humana,
no queremos ser dioses, sino otros.


Queremos ser y hacer hijos y hermanos
sobre la tierra madre compartida,
sin lucros y sin deudas en las manos,
sueltos los ríos claros de la vida.

Libres de querubines y de espadas,
queremos conjugar nuestras miradas,
todos iguales en el nuevo edén.

Y en los silencios de la tarde honda
sentir Tu paso amigo por la fronda
y el aire de Tu boca en nuestra sien.
1

FELICIDADES A PEDRO CASALDALIGA


“PARAR LA RUEDA BLOQUEANDO SUS RADIOS”


Estaba pensando la circular de 2008, cuando me invade, como un río bíblico de leche y miel, una auténtica inundación de mensajes de solidaridad y cariño por ocasión de mis 80 años. No pudiendo responder a cada uno y a cada una en particular, incluso porque el hermano Parkinson tiene sus caprichos, les pido que reciban esta circular como un abrazo personal, entrañable, de gratitud y de comunión renovadas. Estoy leyendo una biografía de Dietrich Bonhoeffer, titulada, muy significativamente, Tendríamos que haber gritado. Bonhoeffer, teólogo y pastor luterano, profeta y mártir, fue asesinado por el nazismo, el 9 de abril de 1945, en el campo de concentración de Flossenbürg. Él denunciaba «la Gracia barata» a la que reducimos muchas veces nuestra fe cristiana. Advertía también que «quien no haya gritado contra el nazismo no tiene derecho a cantar gregoriano». Y llegaba finalmente, ya en vísperas de su martirio, a esta conclusión militante: «Hay que parar la rueda bloqueando sus radios». No bastaba entonces con socorrer puntualmente a las víctimas trituradas por el sistema nazi, que para Bonhoeffer era la rueda; y no nos pueden bastar hoy el asistencialismo y las reformas-parche frente a esa rueda que para nosotros es el capitalismo neoliberal con sus radios del mercado total, del lucro omnímodo, de la macro-dictadura económica y cultural, de los terrorismos de estado, del armamentismo de nuevo creciente, del fundamentalismo religioso, de la devastación ecocida de la tierra, del agua, de la floresta y del aire.No podemos quedarnos estupefactos delante de la iniquidad estructurada, aceptandocomo fatalidad la desigualdad injusta entre personas y pueblos, la existencia de un Primer
Mundo que lo tiene todo y un Tercer Mundo que muere de inanición. Las estadísticas se multiplican y vamos conociendo más números dramáticos, más situaciones infrahumanas. Jean Ziegler, relator de Naciones Unidas para la Alimentación, afirma, cargado de experiencia, que «el orden mundial es asesino, puesto que hoy el hambre ya no es una fatalidad». Y afirma también
que «destinar millones de hectáreas para la producción de biocarburantes es un crimen contra
la humanidad»; el biocombustible no puede ser un festival de lucros irresponsables. La ONU
viene alertando que el calentamiento global del planeta avanza más rápido de lo que se pensaba
y, a menos que se adopten medidas urgentes, provocará la desaparición del 30% de las
especies animales y vegetales, millones de personas se verán privadas de agua y proliferarán
las sequías, los incendios, las inundaciones. Uno se pregunta angustiado quién va a adoptar
esas “medidas urgentes”.
El gran capital agrícola, con el agronegocio y el hidronegocio cada vez más, avanza sobre
el campo, concentrando tierra y renta, expulsando a las familias campesinas y lanzándolas
errantes, sin tierra, acampadas, engrosando las periferias violentas de las ciudades. Dom Edwin
Kräutler, obispo de Xingú y presidente del CIMI, denuncia que el «desarrollo en la Amazonia
se tornó sinónimo de deforestar, quemar, arrasar, matar». Según Roberto Smeraldi, de
Amigos de la Tierra, las políticas contradictorias del Banco Mundial por un lado «prometen salvar
los árboles» y por otro lado «ayudan a derribar la Amazonia».
Pero la Utopía continúa. Como diría Bloch, somos «criaturas esperanzadas» (y esperanzadoras).
La esperanza sigue, como una sed y como un manantial. «Contra toda esperanza
esperamos». De esperanza habla, precisamente, la reciente encíclica de Benedicto XVI. (Lástima
que el Papa, en esta encíclica, no cite ni una sola vez el Concilio Vaticano II que nos dio la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes –Alegría y Esperanza-. Dicho sea de paso, el Concilio
Vaticano II continúa amado, acusado, silenciado, preterido… ¿A quién le da miedo el Vaticano
II?). Frente al descrédito de la política, en casi todo el mundo, nuestra Agenda Latinoamericana
2008 apuesta por una nueva política; hasta «pedimos, soñando alto, que la política sea un
ejercicio de amor». Un amor muy realista, militante, que subvierta estructuras e instituciones
reaccionarias, construidas con el hambre y la sangre de las mayorías pobres, al servicio del
condominio mundial de una minoría plutócrata.
Por su parte las entidades y los proyectos alternativos reaccionan intentando crear conciencia,
provocar una santa rebeldía. El FSM 2009 se va a celebrar, precisamente, en la Amazonia
brasileña y tendrá la Amazonia como uno de los temas centrales. Y el XII Encuentro Intereclesial
de las CEBs, en 2009, se celebrará también en la Amazonia, en Porto Velho, Rondônia.
Nuestra militancia política y nuestra pastoral liberadora deben asumir cada vez más estos
desafíos mayores, que amenazan nuestro Planeta. «Escogemos, pues, la vida» como reza el
lema de la Campaña de la Fraternidad 2008. El apóstol Pablo, desde su Carta a los Romanos,
nos recuerda que «toda la Creación gime y está con dolores de parto» (Rom 8,22). Los gritos
de muerte se cruzan con los gritos de vida, en ese parto universal.
Es tiempo de paradigmas. Hoy creo que se deben citar como paradigmas mayores y
más urgentes, los derechos humanos básicos, la ecología, el diálogo intercultural e interreligioso
y la convivencia plural entre personas y pueblos. Estos cuatro paradigmas nos afectan
a todos, porque salen al encuentro de las convulsiones, objetivos y programas que está
viviendo la Humanidad maltratada, pero siempre esperanzada aún.
Con tropiezos y ambigüedades Nuestra América se mueve hacia la izquierda; «nuevos
vientos soplan en el Continente»; estamos pasando «de la resistencia a la ofensiva». Los pueblos
indígenas de Abya Yala han saludado alborozados la Declaración de la ONU sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, que afecta a más de 370 millones de personas en unos 70 países
del Mundo. Y reivindicarán su puesta en práctica.
Nuestra Iglesia de América Latina y del Caribe, en Aparecida, si no fue el Pentecostés
que queríamos soñar, fue una honda experiencia de encuentro entre los obispos y el pueblo; y
confirmó los trazos más característicos de la Iglesia de la Liberación: el seguimiento de Jesús,
la Biblia en la vida, la opción por los pobres, el testimonio de los mártires, las comunidades, la
misión inculturada, el compromiso político.
Hermanas y hermanos, ¿qué radios vamos a quebrar en nuestra vida diaria?, ¿cómo
ayudaremos a bloquear la rueda fatal?, ¿tendremos derecho a cantar gregoriano?, ¿sabremos
incorporar en nuestras vidas esos cuatro paradigmas mayores traduciéndolos en práctica diaria?
Reciban un abrazo entrañable en la esperanza subversiva y en la comunión fraterna del
Evangelio del Reino. Vamos siempre hacia la Vida.
Pedro Casaldáliga
Circular 2008

jueves, 4 de septiembre de 2008

CITA CON MAURICE BLANCHOT

Incluso si Blanchot nos ha puesto en guardia contra todas las leyes del género y de la circunstancia, contra el elogio del amigo y contra el género biográfico o bibliográfico de la oración, incluso si, de cualquier manera, ningún discurso, aunque fuera interminable, podría compararse aquí con la dimensión de semejante deber, permítanme dedicar algunas palabras a aquellos y a aquellas que están aquí, sus lectores y lectoras, sin duda, pero también sus familiares, vecinos y amigos que, en Mesnil-Saint-Denis, colmaron a Maurice Blanchot con sus atenciones y su afecto hasta el final (pienso en particular en Cidalia Da Silva Fernandes, a quien doy las gracias); estas pocas palabras, por tanto. para convencerles una vez más de nuestro agradecimiento y de lo siguiente: aquel a quien acompañamos hoy aquí nos lega una obra que no acabaremos nunca de agradecer lo bastante, tanto en Francia como en el resto del mundo. A través de los fluidos de una escritura sobria y fulgurante, que interroga incesantemente y pone en duda su propia posibilidad, ha influido en todos los dominios. en el de la literatura y la filosofía, en los que no se ha producido nada que él no haya conocido e interpretado de una manera inédita, en el del psicoanálisis, en el de la teoría del lenguaje. en el de la historia y la política. Nada de aquello que habrá preocupado al siglo pasado y ya a éste, sus inventos y sus cataclismos. sus mutaciones, sus revoluciones y sus monstruosidades, nada de todo eso escapó a la alta tensión de su pensamiento y de sus textos. A todo eso respondería como si estuviera afrontando implacables exhortaciones. Lo hizo sin el respaldo de ninguna institución, ni la de la universidad y ni siquiera la de los grupos o asociaciones que constituyen en ocasiones determinados poderes, a veces incluso en nombre o en representación de la literatura de la edición y de la prensa. La irradiación a veces invisible de su obra en todo lo que ha cambiado y transformado nuestras maneras de pensar, de escribir o de actuar, no creo que pueda definirse con palabras tales como “influencia” o “discípulos”. Blanchot no ha hecho escuela, dijo por lo demás lo que tenía que decir sobre los discursos y disciplinas pedagógicas. Blanchot no ha tenido eso que se llama influencia sobre discípulos. En su caso se trata de algo muy distinto. La herencia que nos deja nos promete una huella más íntima y más grave: inapropiable. Nos dejará solos. nos deja más solos que nunca con responsabilidades infinitas. Algunas nos comprometen ya con el futuro de su obra, de su pensamiento, incluso de su firma. La promesa que le hice a este respecto por mi parte seguirá siendo indefectible, y estoy seguro de que muchos aquí compartirán esta fidelidad.
J. Derrida

MIGUEL DE CERVANTES

No hay mejor autor para guardar silencio que Cervantes, o manifestar tan solo nuestro aprecio y unas breves líneas. Lean simplemente a Cervantes, háganse con una edición de gran formato con toda su obra completa. Quien esto escribe empezó en la infancia con mi Cervantes sevillano. Les dejo este magistral prólogo a Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

Sucedió, pues, lector amantísimo, que, viniendo otros dos amigos y yo del famoso lugar de Esquivias, por mil causas famoso, una por sus ilustres linajes y otra por sus ilustrísimos vinos, sentí que a mis espaldas venía picando con gran priesa uno que, al parecer, traía deseo de alcanzarnos, y aun lo mostró dándonos voces que no picásemos tanto. Esperámosle, y llegó sobre una borrica un estudiante pardal, porque todo venía vestido de pardo, antiparas, zapato redondo y espada con contera, valona bruñida y con trenzas iguales; verdad es, no traía más de dos, porque se le venía a un lado la valona por momentos, y él traía sumo trabajo y cuenta de enderezarla.
Llegando a nosotros dijo:
-¿Vuesas mercedes van a alcanzar algún oficio o prebenda a la corte, pues allá está su Ilustrísima de Toledo y su Majestad, ni más ni menos, según la priesa con que caminan?; que en verdad que a mi burra se le ha cantado el víctor de caminante más de una vez.
A lo cual respondió uno de mis compañeros:
-El rocín del señor Miguel de Cervantes tiene la culpa desto, porque es algo qué pasilargo.
Apenas hubo oído el estudiante el nombre de Cervantes, cuando, apeándose de su cabalgadura, cayéndosele aquí el cojín y allí el portamanteo, que con toda esta autoridad caminaba, arremetió a mí, y, acudiendo asirme de la mano izquierda, dijo:
-¡Sí, sí; éste es el manco sano, el famoso todo, el escritor alegre, y, finalmente, el regocijo de las musas!
Yo, que en tan poco espacio vi el grande encomio de mis alabanzas, parecióme ser descortesía no corresponder a ellas. Y así, abrazándole por el cuello, donde le eché a perder de todo punto la valona, le dije:
-Ese es un error donde han caído muchos aficionados ignorantes. Yo, señor, soy Cervantes, pero no el regocijo de las musas, ni ninguno de las demás baratijas que ha dicho vuesa merced; vuelva a cobrar su burra y suba, y caminemos en buena conversación lo poco que nos falta del camino.
Hízolo así el comedido estudiante, tuvimos algún tanto más las riendas, y con paso asentado seguimos nuestro camino, en el cual se trató de mi enfermedad, y el buen estudiante me desahució al momento, diciendo:
-Esta enfermedad es de hidropesía, que no la sanará toda el agua del mar Océano que dulcemente se bebiese. Vuesa merced, señor Cervantes, ponga tasa al beber, no olvidándose de comer, que con esto sanará sin otra medicina alguna.
Eso me han dicho muchos -respondí yo-, pero así puedo dejar de beber a todo mi beneplácito, como si para sólo eso hubiera nacido. Mi vida se va acabando, y, al paso de las efeméridas de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida. En fuerte punto ha llegado vuesa merced a conocerme, pues no me queda espacio para mostrarme agradecido a la voluntad que vuesa merced me ha mostrado.
En esto llegamos a la puente de Toledo, y yo entré por ella, y él se apartó a entrar por la de Segovia.
Lo que se dirá de mi suceso, tendrá la fama cuidado, mis amigos gana de decilla, y yo mayor gana de escuchalla.
Tornéle a abrazar, volvióseme a ofrecer, picó a su burra, y dejóme tan mal dispuesto como él iba caballero en su burra, a quien había dado gran ocasión a mi pluma para escribir donaires; pero no son todos los tiempos unos: tiempo vendrá, quizá, donde, anudando este roto hilo, diga lo que aquí me falta, y lo que sé convenía.
¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!