viernes, 11 de diciembre de 2009

LAS CRIATURAS

Mi amiga y fiel lectora Ana Fernández lleva tiempo pidiéndome que escriba sobre el rockero sevillano Silvio, hace mucho que lo dejé por aquella Alameda de los ochenta, cuando comenzaba el rumor del mito. Nada mejor que recordar su voz y su destino de la mano de Juan de Yepes.


viernes, 27 de noviembre de 2009

LUDWING HOHL, PUNTO CERO



Las vulgaridades del consumo de masas son temibles, desplazan a la crítica del lenguaje, nos llevan a sus prejuicios y a sus mitos, niegan toda referencia ideal, como bien anticiparon Kafka y L. Hohl. La mentira, con sus obligaciones institucionales, enmascara el conflicto entre escritura y vida, lo reduce a tal simplicidad que anula todo principio de explicación, la relación de la literatura con ella misma y con la vida. En la interrogación que toda la obra de Hohl establece está esa rebeldía, ese curso dramático del aislamiento y la soledad que preserve a los creadores. Estos, necesariamente, quieren recuperar el habla de los acontecimientos iniciales para llevarnos hacia la claridad. En el posicionamiento del simulacro en un tiempo diferido extraemos nuestras extrañezas y metáforas, la gran literatura que aspira a su propia desaparición. Los verdaderos dramatizadores están ya en la posfiguración, en una relación agónica con el entretiempo, fragmentación continua de un único libro donde la palabra es devuelta. En este cese de perspectivas, la negación se ha instalado fuertemente en los recursos del arte literario con una frecuencia más audaz, vemos convenciones y no oportunidades de la verdad. El silencio trae la ruptura, un movimiento de retracción hacia todas las formas pasadas, el regreso del instante testimonial, hacia los espacios de atención y espera. En un encuentro retardado y nocturno está la escritura de L. Hohl, esa voz que clama en su propio desierto.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

MANKIEWICZ EN LA TINIEBLA



Hay una virtud esencial en toda la obra de Mankiewicz, la naturalidad de sus historias y su movimiento, hay en él una vuelta a la imagen moribunda de las grandes historias, sobre todo sabe moverse en el recuerdo. Como Sófocles y Dikens, este cineasta del análisis y del raciocinio nos oculta siempre la irrupción de la presencia que construye la intriga o la historia, el trato de construcción del espacio imaginario. Soterradamente, toda su filmografía es una crítica de los medios expresivos, de la estructura-relato objetiva.Hay una hendidura en su discurso, el juego de una identidad que se reactualiza constantemente. Su lenguaje nos emplaza en la periferia de la imagen, sus exigencias no niegan nunca las exigencias opuestas, oposición de reclamo del relato, reflexión obsesiva del pasado en el presente en la vieja aspiración de los pioneros, una necesidad vacía de hablar en una obra dominada por una firme conciencia, la visualización de un porvenir absoluto.

jueves, 5 de noviembre de 2009

EL SUEÑO DEL LIBRO DE V. HOLAN




Leemos

un libro sin final,

donde el pensamiento nace,

en el aire que devuelve aire

el punto de muchas escrituras.

He llenado la oscuridad de preguntas,

de refugio de palabras

en la noche de la muerte de los otros.

He recogido

la subversión de páginas,

el sueño del libro.

Ahora,

fuera del tiempo,

devuelvo el signo

al fuego de la antigua ausencia,

salvado y destruido.

sábado, 24 de octubre de 2009

BAJO LA LUZ DE H. FREINET




la hondura de tu escucha

es el silencio del hombre,



abre y vive la promesa,

siempre la deriva;

dar a luz sombra de sí,

morada del vacío, claridad de la tiniebla,

caer

en lo humano,

en la marca del tiempo.



Detrás de cada huella

ni principio ni comienzo,

agregamos nuestra sed

al amor perdido pero no abandonado.



También tu escucha

es el temblor de la noche,

la quebrada intensidad

donde lo abierto se retiene,



inicio,

umbral del encuentro.

martes, 13 de octubre de 2009

LA PALABRA LLAMADA



Olga Bernad
Caricias perplejas
Siltolá


Para quien se esfuerce (estas poesías lo merecen y consiguen) en leer con un ánimo justo este primer libro de poemas de Olga Bernad, debe considerar como su núcleo una afirmación de contrarios, la voz de no estar sola y admitir las verdades de los espacios opuestos, mesurada y entregada, escritura que es un propósito para formarse, para buscarse, completamente extraños a su movimiento. Estamos pues ante una obra que enlaza con la línea que Broch remitía a toda la paradoja de la comunicación, la que establece las relaciones en su imposibilidad y su amplio alcance, lo que nos une lo que nos separa, un fuerte simbolismo de intercambio, pasión que lleva la diferencia. En el narrar de su verso cuida el aspecto de no sobrepasar los límites de su sitio, fórmulas justas y no obstinadas y definitivas, a veces su irrectitud abre en su lenguaje otro poder, tiende en lo neutro a suspender la función atributiva de los poemas, como si fuera una metáfora venerable. Este intenso libro poético tiene la andadura versal que al leerlo nos conviene, sin permitirse estar en un todo acabado, sin exceso de declaración, con la frecuencia de un oficio apasionado, con la palabra llamada.




Mi querida amiga Olga Bernad mantiene también un hermoso e interesante blog, “Caricias Perplejas”, donde nos va entregando a amigos y lectores su generosidad y talento.

lunes, 5 de octubre de 2009

EL SUJETO Y LO SINIESTRO: EL CAPITALISMO COGNITIVO


Por Francisco Garrido


Si cruza delante de un espejo, tenga cuidado, puede que vea en el cristal reflejado el rostro de su asesino. O al menos tiene un 50% de posibilidades de que el rostro familiar que aparece en el espejo sea quien le de muerte. Eso es lo que se deduce de los datos de un reciente informe de la OMS sobre las causas de muertes violentas en el mundo (http://www.who.int/violence) Según el organismo internacional, más del cincuenta por ciento de las muertes violentas ( 1,6 millones al año) son suicidios , un 35 % agresiones y solo un 11% son debido a las guerras. Nos matamos mucho más que nos matan. Cada uno de nosotros es mucho más peligroso para sí mismo que el Pentágono, los fundamentalistas, el cartel de Medellín o los asesinos en serie. Con estos datos en la mano deberíamos revisar seriamente todo nuestro sistema de seguridad. Menudo problema: ¡protegernos de nosotros mismos¡.
Olvídense pues de tener miedo a los callejones oscuros, a los campos de batalla, a los barrios sin ley, a los cementerios; miedo, lo que se dice miedo, ante los espejos, en la soledad de la habitación solos… En fin, miedo, ante la presencia inquietante de de nuestro yo solitario. Por eso, feliz y bienaventurados aquellos que no se encuentran nunca. Aviso: por favor, aquellos otros que todavía se están buscando que cesen el dispositivo, mejor así, no sea que se encuentren con el 52 % suicida.
La ironía no debe hacernos olvidar la gravedad que transmiten estos datos. En una sociedad del aislamiento, de la privatización , donde no hay otra cosa que “yo” y el “yo” también es una cosa: ¿A quién se puede asesinar sino a la única cosa que hay y que no es otro que la cosa misma que soy “yo”?. Hay un capitalismo cognitivo que comenzó con el interiorismo subjetivista de San Ignacio, mucho más importante en el nacimiento de la no-ética capitalista que el escriturismo de Lutero, y que ha devenido en este individuo consumidor de mercancías cuya mercancía fundamental es la subjetividad del individuo mismo.
El nihilismo de los suicidas opera como una trágica metáfora del suicidio colectivo que nos anuncia la crisis ecológica. Y al igual que la advertencia suicida, debemos reconocer que en la devastación ambiental , somos nosotros y nuestra forma de vida nuestra principal amenaza. La ruptura con el capitalismo (consumismo) cognitivo implica una estrategia de nueva alianza con la realidad. La apertura hacia los otros (lo social) y hacia lo otro (la animalidad y la naturaleza), hacia el devenir (lo que fue y lo que será) hacia los próximos y hacia los lejanos, hacia la tierra entendida esta como el planeta y como el suelo que pisamos.
“Nadie sabe lo que puede un cuerpo” decía Spinoza. Volver al cuerpo, a las cosas, a los otros, al nosotros, a la diferencia y al reconocimiento. Olvidar la imagen, la copia, el espíritu y tantos otros fantasmas del dinero y la mercancia. Esto implica retomar la lógica del límite pues no hay nada material que no tenga límites. El delirio del crecimiento infinito, de la demanda agregada insaciable, del alma inmortal o del Dios omnipotente , no tiene límites. Pero el cuerpo, la sociedad, la vida, la realidad. sí.
Freud usó el termino alemán “unheimlich” para designar lo siniestro. Este término es el antónimo de “heimlich”. Aquello es al mismo tiempo familiar, íntimo, amable; pero también lo secreto, lo oculto, lo impenetrable. El nihilismo del “yo” individualista y atomizado es la viva imagen de lo siniestro de la cultura capitalista del consumo. El nihilismo suicida es el acto de manifestación de lo siniestro del sujeto consumista y solipsista. Detrás de las luces de neón de la publicidad, del brillo de la imagen, del sexo congelado en la pantalla líquida aparece lo siniestro: el “yo” aislado y autodestructivo.
La tensión esencial entre principio del placer y principio de realidad, que nuestra especie ha anudado, por medio de un complejo equilibrio cultural, ha sido rota por el capitalismo cognitivo; solo queda el principio del placer. Para la subjetividad consumista no hay principio de realidad. Cuando Neil Postman escribió aquello de “divertirse hasta morir”, en su libro sobre la televisión y el “show business”, describió la hoja de ruta que cumple miméticamente el suicida
El capitalismo cognitivo nos ha enseñado sólo a vernos y a sentirnos al proyectarnos sobre las cosas manufacturadas como mercancías. El hastío y el absurdo amenazan esta forma compulsiva de antropofagia reflexiva. El yo amputado de la animalidad y de la sociabilidad queda a merced de la compulsión, de la pasividad o de la violencia . El hastío de una vida fuera de la vida (naturaleza) y el absurdo de un forma de ser (aislado) fuera de nuestra forma de ser (social) marcan el protocolo cognitivo que conduce a que ese rostro familiar ( siniestro) que nos mira desde el espejo , nos asesine.


Francisco Garrido es Doctor en Filosofía. Profesor de la Universidad de Jaen (Departamento de Filosofía del Derecho, Moral y Política) y Ex-Diputado por Sevilla en el Parlamento Español.

Articulo publicado en Parelelo 36. Lunes, 4 de Octubre de 2009

jueves, 1 de octubre de 2009

UN CAMINO



Hace muchos años que B. Brecht dejó dispuesto un libro en la noche, un libro de habla de fragmento. Libro que rechaza toda exégesis y certidumbre, de una lectura ignorante, un desaparecer por las afueras para volver al centro. Brecht soñó un camino, ahora les dejo estos versos.




Con los labios abiertos

en la noche escondida,

la tierra tiene nuestra voz.

Lo sagrado está protegido e innombrable

bajo un sueño o una alianza,

testigo y contrapunto de un infinito,

pues toda creación es borradura,

desaparición de un vocablo.

Sobrevive el tiempo,

la materia de tu espíritu

en el misterio del camino.

A ti te llamo,

voz extranjera en la ciudad del sol,

la ciudad que encarna el sentido,

la ley secreta,

la semejanza o el milagro

de la voz de la tierra y sus confines.

domingo, 27 de septiembre de 2009

LA FLOR CAIDA

Coullaut Valera. Monumento a Gustavo Adolfo Bécquer. Parque de María Luisa. Sevilla


Quizás Richard Harris, antes de caer fulminado y feliz en la Catedral, en sus paseos solitarios por las calles de Sevilla visitó el monumento a Bécquer. Sabemos que Hugth Walpole bien pudo dejar escrito una tarde estos breves versos; Ninguna luz en las palabras, / desierta lejanía de los viejos nombres. / No vendremos a recitar ahora como los que se marcharon, / nos dice la noche el fin de los caminos. La ciudad meridional distrae al extranjero, al sesentón que siente latir nuevamente la vida como hacía muchos años no lo sentía. Richard, por quien sus hermanas se desvelan y preocupan, es un hombre distinto que se llena de luz y olores desconocidos hasta entonces. Es un niño que ha escapado y recorre con entusiasmo un itinerario que le fascina. Walpole, que tan bien heredó ese romanticismo, se dice y nos dice frente al ciprés que se está muriendo siempre, que la realidad parece que nunca se presentara. Dejará a Harris, feliz con su milagro, sin inventarse un corazón, en el sueño y realidad de una mujer imposible.

lunes, 21 de septiembre de 2009

LUCERNARIO




La lectura nos compromete, un compromiso de desprendimiento. Fueron mis palabras lo abrazado a la última lámpara del atardecer, palabra posible en su propia disolución. Todas las palabras esenciales vendrán en esa última luz, las palabras devueltas en una borradura. El acontecimiento poético estaría en el inventario formal de una aprendizaje de la soledad, una insistente obsesión por la muerte de la palabra, un otoño de su simbolismo, cuando deja su lugar a una cesura que muestra la escisión.




Tú no sabes de exilios, tú duermes

en el agosto remoto,

en la demora en el fuego del sueño,

con el silencio y el viento

en el ramaje del horizonte.

Piensas

extenderte aun por huellas de sombra,

aguardar los remotos signos del mar,

mirando

tus pasos en las arenas,

el regreso

oscuro a las aguas calientes.

no ha de extinguirse tu lejanía,

tu figura extraña

en la memoria de las huellas.

Como la oscura noche

sobre la última lámpara,

tú no sabes de exilios, tú sueñas

en el silencio que se nombra,

sin afuera,

como anuncian el vacío o la sed,

sombra a sombra sobre lo borrado

lentamente en lo oscuro.









sábado, 19 de septiembre de 2009

ARTHUR KOESTLER Y SU ULTIMO DIALOGO



El hambre les ha hecho regresar del otro lado de la orilla del río, huyeron cuando un familiar les informó de que eran buscados. Juan Fernández y Pedro García, sin mas delito que su afiliación al sindicato de panaderos, se arriesgaron a bajar desde la Barqueta hasta la Alameda. Un amigo, atemorizado, les advirtió del peligro de sus vidas ante las patrullas de fascistas, tras el golpe la ciudad eran un hervidero de traiciones y delaciones, de torturas y sangre. En la esquina de la calle Relator, delante de Bordeta, son sorprendidos y asesinados. Mientras es trasladado como prisionero por las calles de Sevilla, Arthur Koestler tiene noticias de éstos y otros muchos asesinatos. En su extraordinario Diálogos reflejará el infierno del golpismo y fascismo sevillanos que padeció, incluida la pena de muerte; -recorrimos las calles de Sevilla…fue un recorrido siniestro-.
En el prólogo a la edición española de Diálogos con la muerte, Lluis Bassets, emplaza la obra a la altura de otras de referencia sobre la guerra civil española, o mejor dicho, sobre el golpe de estado del 18 de Julio y su terror fascista, como las de Heninguay, Por quien doblan las campanas, Homenaje a Cataluña, de Orwel o Los grandes cementerios bajo la luna, de Bernanos, recuerda la definición de W. Benjamín como un documento de la barbarie, lo creo justo y muy acertado.
Esta obra de A. Koestler, también así en su vida, va mas allá de la expresión de unos estados morales, en los términos que definió entre belleza moral interior y exterior, nuestro afecto y nuestra aprobación con una gran capacidad de transformación de pensamiento critico va recorriendo su escritura. En su desarrollo por agotar el decir, Koestler nos describe los delirios de la aventura del sentido de la vida en todas sus páginas. Se protege de los destellos de apariencia. Recorre el infierno del fascismo sevillano posterior al golpe militar, que padeció durante su cautiverio “el poder de la palabra reside en el dominio de la abstracción; el lenguaje palidece ante lo tangible y lo concreto. Se vuelve un instrumento completamente inútil cuando hay que describir hechos desnudos tan terriblemente ordinarios como el miedo de un ser humano ante la muerte”
Este hombre que salió de aquel infierno sevillano y de tantos otros puso fin a su vida junto a su esposa el 3 de Marzo de 1983 . Dejaba una obra en la que nunca escapa de la interrogación que su textos llevan, la tardía noción del diálogo de un moribundo y de un superviviente, como si ya no tuviera recuerdos propios, en la potencia vigilante de su memoria, sin puntos de inflexión, anunciando a la sociedad la locura que le sería propia.

lunes, 14 de septiembre de 2009

OCNOS; EXILIO, FANTASMAS DE SENTIDO



La ciudad como núcleo de una ruptura, por la vocación de una ruptura, espera vacía que aguarda en el umbral, un absoluto distante de cierto idealismo en el que existe una entrega sin reservas. No es una voz enmascarada quien nos pasea por la ciudad, la que nos permite seguirla en la evocación de su rechazo. Lejos del simulacro que tantos ejercieron y ejercen, de esa garrulería sevillanista o andalucista de ayer, de hoy y posiblemente de mañana, por utilizar las palabras del propio Cernuda, de esos exaltados de las exaltaciones pregoneras, la impersonalidad de los rasgos y perfiles de esta obra nos llevan a desplegar una fascinante impersonalidad, claridad liberadora, contrastes de fuerza hacia el temblor. En otra ocasión he escrito que Ocnos es una crítica viva y amarga, experiencia problemática y condenada, nos convierte en los errantes y siempre extraviados por una ciudad sin nombre, lo que Holderlin nombraría como el espacio infinito del ritmo. Sin residencia alguna, esta obra nos exilia. Una fuerza mágica nos guiará por tiempo y lugares soñados y perdidos, pero sin derecho a la verdad y sin derecho a la muerte. Hay una clave extraña y sombría de la claridad de estos textos; se escribe donde la vida termina de escribirse. Su pensamiento se retira dejando un velo de transparencia, exilio, fantasmas de sentido.

jueves, 10 de septiembre de 2009

JUAN CARLOS ONETTI Y SU SILENCIO



Me lo explico mejor al releer sus cuentos, de entre los escritores que debemos dejar que lleguen a nosotros con todo el despliegue de su inocencia está Onetti, de ahí su precariedad y fuerza dolorosa. Tiene una voz interrogada y soportada, de palabra inscrita con la que se sueña, de peso y fatiga de narración. Existe en toda la obra de Onetti un especial deseo de pérdida, un ocultamiento de la unidad y una retención vivida frente al misterio. En las distintas fases de sus desarrollos y movimientos su voz no se identifica ya con su poder, de ahí esa certeza que tenemos de encontrarnos ante un autor, con señaló Vargas Llosa, de una integridad y honestidad totales. La obsesiva retórica que se le señaló reiteradamente nos muestran una escritura doble, repetidos puntos de vista que intercala sumido en el desconcierto. La espera que lo retiene es la segunda vez de una misma habla, nos trasmite el asidero de palabras que le llegaron destruidas y que él enfrenta a nosotros. Esta experiencia ardua y difícil desarrolla la intermitencia en la que nos establece sus enfoques narrativos, en toda su escritura no garantiza ni deja huellas, en el refugio de su rigor acepta la irrupción de su palabra y sueños, recuerda el tiempo de una ruptura, la de su voz justa.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

PIO BAROJA EN SU QUIETUD



Baroja terminó sus días en la crítica de su mito, su literatura fue la paradoja de las contradicciones de su tiempo, era escritor de disfrazar el mito. En lo aparentemente accidental, sin centro, desplegó su escritura, en la fuerza de desenmascaramiento de la obra hacia el mundo, en la manera injusta de la voz de los personajes. Al recorrer su trayectoria sentimos la actitud para que toda su obra disponga de él por completo, la honestidad de acto real en la ficción lo sitúan entre los grandes, signos de sedimentos de un mundo muy personal y vivido. El alejamiento de la veneración del discurso literario, la riqueza en la parte más peligrosa de su desorden eran destellos fríos y apasionados de confidencias siempre aplazadas. La marcha del relato barojiano es un gran movimiento inmóvil.

martes, 8 de septiembre de 2009

DESPUES DEL RECOGIMIENTO



Queremos abrazar lo que no somos, aguardar en su callar las presencias que estimamos, seguir las palabras que rodean ese silencio, como escribió y lamentó Freister; espejo en las sombras mortecinas, ese centrarse que es el reposo. Solo retenemos lo que ya fue, la sabiduría es siempre un regreso melancólico, custodiar una vieja ofrenda en los itinerarios de la fidelidad. Con la vieja dignidad de la modestia y la pobreza, la ilusión de lo necesario nos guiará por esta ronda a los lugares soñados y prometidos. Hay una larga tarde de escritorio y un hombre entre libros de cuentas y hermosa caligrafía que no acudirá a mi llamada, una llamada que se quiebra o apaga. Solo queda la ronda del canto del retraído, donde la memoria se derrumba y anochece.

lunes, 7 de septiembre de 2009

LEON FELIPE Y SU VIEJA CESURA



Hace muchos años que leí a León Felipe por primera vez, poeta al que estimo y considero quizás injustamente olvidado, que tuvo su influencia no reconocida en algunas generaciones posteriores. La primera impresión que me produjo su obra fue la de hallarme ante un poeta de eminente tono moral, bíblico, ante una voz seca y desbordada. La relectura de su poesía me confirmaron a un creador refugiado en una interioridad y exilio que rompía en lamentaciones, la negación y la civilidad mundana comparecieron en su obra con descensos, giros, retornos, en fraseos que a veces nos parecen interminables. Ahora bien, algunas de las cuestiones que hicieron de nuestro autor un poeta raro en el panorama de entonces fue sin duda la aparición tardía de su primer libro, junto a su situación entre dos grandes generaciones y lo modelos de tradición a los que se acogió, inexistente en nuestras letras. No creo haga falta señalar que León Felipe es autor que huye de colorismos y articulaciones, en su despojo y sequedad encontró su fuerza, bajo la sombra de la Biblia y de su admirado y recreado W. Whitman. El duro juicio de su verso podría resonar en las imprecaciones de Job o en lo fundacional de Shakespeare, en él se invierte, en cierto modo, un ámbito de cesura entre el hombre y el artista. Quedará sin duda el escritor de reconocible y personalísimo centro moral, el agitador descarnado de la muerte heroica, el de la tragedia de la identidad en la angustia del viejo esquema hegeliano, esa voz que muere sin morir.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

MARIA ZAMBRANO Y SUS LUGARES DE LA POESIA




Maria Zambrano salva con su pensamiento el vacío de lo trascendente en poesía. En lo fundamental, su obra recorre en una profunda fusión la poesía y la razón, nos devuelve la recitación y el cántico del antiguo encuentro de filosofía y poesía. Busca aquella consumación de la razón en la revelación poética. Partiendo de las grandes tradiciones filosóficas y religiosas reduce las distancias entre nosotros y lo que amamos. Su exigencia nunca es afirmativa, sin descansar en el pensamiento, hacia el viejo tiempo del cantar.

martes, 1 de septiembre de 2009

DISOLUCION




Dime quien eres en la esquina de los vientos
E. Brot



Hay silencios que son juicios, crear sería un retorno a los comienzos, cuando ya el poema pertenece a la poesía, ese irse, respuestas a preguntas no formuladas. Cada poema retoma su propio ámbito, donde suena y sueña la ofrenda, donde se empieza a escuchar la apertura, un encuentro exaltado de contrarios. Hay poemas que son antes ausencia que presencia.




Como la noche vino tu palabra,

ciega

sobre la soledad de la frontera,

ya atardecida sobre los ojos.

Como la sed

como la lluvia

como la carne,

apenas

mas allá del surco del sueño,

en un tiempo vacío y extenso

vino tu palabra,

la que nunca fue

abierta al desgarro y la belleza

jueves, 27 de agosto de 2009

FRANCIS PONGE Y SU RECREACION




En la deriva o huida de su expresión, en su sentido mas fuerte, Francis Ponge muestra la exterioridad radical del viejo hombre mágico. Sus rasgos y su dimensión nos mantienen en planos ajenos. En la negación, en el uso privativo de su discurso nos dejó la plenitud de su canto y memoria, el riesgo de un retorno experimentado como recurso, riesgo difícil de esconder. Ponge nunca abandonó la apariencia literal de su poética, no dudó de su esencia peligrosa y necesaria.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Demora en el fuego del sueño.




Silencio y viento




en el ramaje del horizonte.



Piensas




extenderte aun por huellas de sombra,




aguardar los remotos signos del mar.




Mira oscurecerse tus pasos en las arenas,




no ha de extinguirse la lejanía,




regresa




nocturno a las aguas calientes.




Eres una figura extraña,




memoria de las huellas.






viernes, 14 de agosto de 2009

RETORNO




Hay un procedimiento interno, hacia una cierta dominación del azar, donde el texto siempre se encuentra en los límites del oscurecerse y desaparecer, el juego, como señala Foucault, de una crítica que hablase infinitamente de una obra que no existiese, quizás en la repetición enmascarada solo exista el punto de partida, la multiplicidad y el azar son desplegados, parece que no vamos hacia los textos, sino que regresamos siempre. En el sentido de lo transitorio se establecen los grandes exilios, y ahí el texto pude decirse a sí mismo y realizarse a sí mismo. Escribe Holderlin;

Pero a nosotros nos toca,
bajo la tempestad de dios,
¡oh poetas!, permanecer con la cabeza descubierta.

Pues los que nos prestan el fuego del cielo,
los dioses, también nos dan el sagrado dolor.
¡Aceptémoslo!. No soy sino un hijo de la tierra.

Así el hombre; cuando la dicha está a su alcance
y un dios en persona se la trae, no la reconoce.
Pero desde que sufre,
entonces sabe expresar lo que quiere,
y entonces las palabras justas
se abren como flores.

El retorno es siempre el acontecimiento secreto de la gran literatura, los temas de la conciencia de un exilio, borradores provisionales en manos del azar, una cara interior del lenguaje que muestra su desgarro y esplendor, el escritor, como recordaba Hegel, debe de pensar siempre en el principio. Volvemos nuevamente a Foucault; “Siempre puede decirse la verdad en el espacio de una exterioridad salvaje; pero no se está en la verdad mas que obedeciendo a las reglas de una “policía” discursiva que se debe reactivar en cada uno de los discursos”. Ese espacio de exterioridad salvaje conviene y se da en los comienzos, la laguna, el vacío del mundo en las palabras emerge entonces en la literatura y la obra, las situaciones extremas de oposición, la verdadera ruta del espíritu es un momento donde los extremos se concilian, donde la palabra nos envuelve y nos transporta, la voz de Heráclito; sin no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue.




Cada sueño

surca su silencio,

descubre y acaricia su herida,

siempre

buscando lo perdido,

la soledad de una palabra,

su desafío.



Suena la quietud del atardecer

en la hora que borra los caminos,

que alumbra

la noche y el callar.

Cada sueño

regresa el tiempo de la ausencia,

el temblor y el soplo

del abismo de una vida,

la crisis

de una muerte sin desenlace.

lunes, 10 de agosto de 2009

MANOLO VALIENTE



Hace unos días publicaba Fernando Ortiz un interesante artículo en Diario de Sevilla sobre la figura del escritor sevillano Manolo Valiente. Es para callarse muchas cosas y hacerse la misma pregunta que se hace al final del artículo.



VEASE; MACHADO Y VALIENTE, DOS DESTINOS PARALELOS

jueves, 6 de agosto de 2009

ESCUCHA Y ESPERA


A la manera de W. Wheitch


Quieta, pero con las velas tendidas

Tienes la veladura de viejas sombras, aun te acompañan. También por ellas estás aquí, por sus extraños signos. Dispuesto estás a emprender la acogida de otro ser, de sus huellas y su deriva. Para eso llegas aquí a escuchar y esperar, mientras el mar y las arenas tendidos, un sueño de humildad. Para eso has tomado el rito y la plegaria entre el silencio y el rumor de la luz, sobre tu mapa están ya los pasos y la ausencia aun no nacida te dirá este lugar intenso y sosegado. Estás abierto en una espera, intentando la desnudez, la íntegra transparencia, ojalá nos encontremos, nos reconozcamos. Tendrá acogida entonces nuestra semilla de luz y una sola verdad de vida.




II

La mano traza sobre el papel unos signos, no sabe que traza también un mapa, ¿tal vez un destino?. Tinta en la tarde de verano, rastros para no perdernos y volver, rara correspondencia de voces y nombres.Tras la veladura y la espera hay un sentido, algo en que creer. Escucha.



III

Encuentro. Conoces los paisajes de la luz, allá urdiste tus laberintos, tus escuchas, tus esperas.Hay un bebedor solitario frente al reloj marino, viene de viejas rondas, en un gesto quizá hay años, signos que perduran en su rostro. Alguien aun joven piensa en esta tarde calurosa en los lugares de la luz, en un canto de esperanza y humildad. Una sola voz y un solo nombre para el bien, como un viejo sueño de la infancia, apreciada sabiduría.



IV

Canto e historia de ausencias. Pausa del laberinto en un mapa, punto y destiempo de una última tarde. Alguien verá unos ojos bajo la bóveda de cristal, ante la luz baja de un poniente. Nadie le encontrará tendido. Alguien sabe viejas historias que entregará a la raíz del tiempo, tal vez aun no perdida la veladura y el laberinto



V

Puedes poseer esta demora frente al aliento de la luz. Allá puedes permanecer abierto, buscando signos y huellas. Abrazándote ciegamente a los ritos de la infancia, después del claustro y la calle del mar.


Domingo, 22 de julio de 2001

ESCUCHA Y ESPERA

martes, 4 de agosto de 2009

EL CASO TORSTEN JOVINGE



En el mes de Julio de 1986 se celebró en Sevilla una exposición del pintor sueco Torsten Jovinge, no recuerdo por que medio había tenido noticias de la trágica muerte de éste en el verano de 1936, exposición a la que finalmente no pude asistir. El extraño caso del pintor, posiblemente asesinado por elementos afines a los golpistas, sigue siendo, a día de hoy, una desgraciada muestra más del desinterés, impunidad y, salvo excepciones, falta de investigación y restitución necesarias.

A mediados de Mayo de 1936 Jovinge se estableció en Sevilla, en el Hotel Londres de la calle Alfonso XII, edifico modernista de Anibal González ocupado actualmente por una academia. Este sería el lugar fatídico de su muerte. Las metáforas de una vida suelen ser a veces jugadoras experimentadas, Jovinge había reflejado críticamente en su obra las atrocidades del movimiento nazi en Alemania, de igual forma atraviesa España hasta llegar a Sevilla en el momento más inoportuno, en vísperas del golpe militar. Josvine se adentra en la ciudad para reflejar su situación convulsa.

Escribe Francisco Espinosa (1)

Pese a todo, es difícil resistirse a una hipótesis, Jovinge, con sus lápices y cuadernos, con su mirada inteligente y curiosa, suponía una auténtica provocación para los sublevados en general o para cualquiera de los fascistas que pululaban por el centro de la ciudad en los primeros momentos del golpe. Tan peculiar era lo que estaba haciendo Jovinge que ningún otro testimonio visual o escrito puede suplirlo. En este sentido el trabajo del pintor sueco en Sevilla se encuentra en la estela de Goya, cuya obra conocía sin duda. Sin quizás ser muy consciente estaba practicando periodismo de guerra, creyendo ingenuamente que su condición de extranjero, como si de un corresponsal se tratara, lo situaba al margen del conflicto. El “delator” de sus ultimas anotaciones se trata evidentemente de uno de los voluntarios que aquellos días indicaban a los golpistas a quien debían detener. La noche del 18 de Julio Jovinge escribe en su diario “Delator presente de nuevo. Se interesa él por mí?. Parece evidente". Debió de ser en ese contexto, con motivo de algún encuentro con fascistas en las cercanías del hotel cuando el pintor fue corregido y amenazado. Quien sabe si no fue entonces cuando perdió boina y gafas, sin las que como escribió su hija en el catálogo casi no veía. A consecuencia de ello, imposibilitado, tanto para escribir como pintar, se refugió en el hotel. En algún momento del Domingo 19 fue localizado en el hotel y asesinado con una navaja barbera.

Enterada la Autoridad Militar y consciente del problema diplomático que podría derivarse del suceso, se controló el asunto designando un instructor con el único objetivo de que no surgiera problema alguno y de conseguir el visto bueno del Vice-Consulado. Este, para quien el pintor no era mas que un compatriota problemático y con deudas por toda partes, al que incluso habían propuesto poco antes que embarcara como indigente en un barco con destino suecia, accedió pensando en que dada las circunstancias todo se olvidaría. Pero algo fue mal: la creciente fama del pintor llevó a la familia y a ciertos medios de comunicación a interesarse cada vez con más intensidad sobre la vida de Jovinge y sus últimos días, y en consecuencia las dudas aumentaron. Faltó, eso sí, el Gerald Brenan, el Agustín Penón o el Ian Gibson que como en el caso de Lorca, agotaran todas las posibilidades de investigación. Es posible que a partir de los cincuenta, cuando viajó a España su esposa, una investigación bien orientada y siempre respaldada por otro país, hubiera dado sus resultados.
(1) Francisco Espinosa. La justicia de Queipo. Violencia selectiva y terror facista en la II División en 1936

viernes, 24 de julio de 2009

ALIANZA

Monumento a Pastora Pavón en la Alameda de Hércules




Donde reposa el vacío, aun sin el movimiento de la comunicación, está el presentimiento, el poder creador, un poder previo que supera a los hombres. En esa espera tendida de la memoria están los relatos de un viejo arte, el habla y el ritmo profundo, que espera de la manera más secreta, en una lejana voz de la infancia, lo que convoca para no perderse de sus orígenes. Canto y raíz, palabra y silencio, límite integrado, un abrirse de lo desconocido. Yo contengo en mi recuerdo el habla del canto, la expiación que reintegra ese vacío donde surge la esperanza; el desvelo de la memoria.






La soledad

rompe el tiempo,

crece y se derrumba sobre el olvido,

fue destino

en los márgenes y los confines.



Esta tarde

de viejos presentimientos,

el crepúsculo

va a volver por las azoteas.



Presagio en el claroscuro,

ojos esperando

la entrega imposible,

voz que ya no aparenta,

atravesada por el resplandor.



Vas a regresar,

sucede en tu luz y en tu herida;

el silencio en la raíz,

la ceniza de un lamento.


Nota; Hace unos días volvieron a colocar el monumento a Pastora Pavón en su Alameda, faltan aun otros hijos sentidos de este lugar, esperemos que el Ayuntamiento continúe la tarea. Este poema lo escribí hace unos años en homenaje a la genial cantaora y en recuerdo de mi abuela Amparo en su azotea. Hoy me es muy grato dedicárselo a Juan Miguel y Andrea, en un día tan especial para ellos.

miércoles, 22 de julio de 2009

GOMBROWICZ CONTRA LOS POETAS





Un amigo lector, Ramón Urias, me señala una vieja controversia y me recuerda este breve ensayo de Witold Gombrowicz, que antes solía citar. Vuelvo a hacerlo para los que no lo conozcan, no es muy extenso, interesante y actual, a pesar de tener ya más de medio siglo, para sacar sus conclusiones, y lo mejor de todo, no solo aplicable a los poetas.
En él, Gombrowicz nos lleva a algunas reflexiones y ejemplifica muy bien la teorías de Adorno sobre arte y lejanía del arte, su ámbito transitorio y su ámbito de objetivos es lo que quizás le moleste más. La ideas de este trabajo han sido profusamente utilizadas por críticos y poetas sin siquiera citarlo. Lo que nos plantea son los límites del habla, volver a una conciencia preartística de la obra, su idealidad como promesa. Las servidumbres, la jerga y profesionalización, la misa de la estética que denuncia no sería mas que la incapacidad, el bloqueo del carácter enigmático, el poeta no juega con el desorden, con las islas de sentido de Rene Char, que también en numerosas ocasiones planteó este problema, la resuelta sería como la paradoja de los amantes, hemos de conocernos y la pasión será nuestra alianza. Ante los excesos y la consagración, la soberbia del estilo lleva a las mas grande incomunicación, ese habla aparejada al habla neutra o distancia que la comunidad no consigue penetrar, permaneciendo solo en el foco de interés para los privilegiados. Ir hacia la lengua del extranjero, del exiliado, desde abajo, como el propio Grombrowicz era, hacia un cierto vacío necesario, serían una de las posibles soluciones. Aquí les dejo el breve ensayo.





Sería más razonable de mi parte no meterme en temas drásticos porque me encuentro en desventaja. Soy un forastero totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de pocos años que apenas sabe hablar. No puedo hacer frases potentes, ni ágiles, ni distinguidas, ni finas, pero ¿quién sabe si esta dieta obligatoria no resultará buena para la salud? A veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales, para comprobar qué quedará de ellos entonces. Cuando uno carece de medios para realizar un estudio sutil, bien enlazado verbalmente, sobre, por ejemplo, las rutas de la poesía moderna, empieza a meditar acerca de esas cosas de modo más sencillo, casi elemental y, a lo mejor, demasiado elemental.

No cabe duda de que la tesis de esta nota: que los versos no gustan a casi nadie y que el mundo de la poesía versificada es un mundo ficticio y falsificado, parecerá desesperadamente infantil; y, sin embargo, confieso que los versos no me gustan y hasta me aburren un poco. Lo interesante es que no soy un ignorante absoluto en cuestiones artísticas ni tampoco me falta la sensibilidad poética; y cuando la poesía aparece mezclada con otros elementos, más crudos y prosaicos, por ejemplo en los dramas de Shakespeare, en las obras de Dostoievski, de Pascal, o, sencillamente en el crepúsculo cotidiano, tiemblo como cualquier mortal. Lo que difícilmente aguanta mi naturaleza es el extracto farmacéutico y depurado de la poesía que se llama "poesía pura" y, sobre todo, cuando aparece versificada. Me cansa el canto monótono de esos versos, siempre elevado, me adormecen el ritmo y la rima, me extraña dentro del vocabulario poético cierta "pobreza dentro de la nobleza" (rosas, amor, noche, lirios), y a veces sospecho que todo ese modo de expresión y todo el grupo social que a él se dedica padecen de algún defecto básico.

Yo mismo creía al principio que esto se debía a una particular deficiencia de mi "sensibilidad poética" pero cada vez tomo menos en serio los slogans que abusan de nuestra credulidad. No hay cosa más instructiva que la experiencia y por eso empecé a realizar algunas muy curiosas: leía cualquier poema alterando intencionalmente su orden de tal suerte que se convertía en un absurdo y ninguno de mis oyentes (finos y cultos, por cierto y fervientes admiradores de aquel poeta) advertía la treta; o, analizando en forma detallada el texto de un poema más extenso, comprobaba con asombro que los "admiradores" ni siquiera lo habían leído completo. ¿Cómo puede ser esto entonces? ¿Admirarlo tanto y no leerlo? ¿Gozar tanto de la "precisión matemática" de las palabras y no percibir una fundamental alteración en el orden de la expresión? Pero lo que pasa es que todo este cúmulo de ficticios goces, admiraciones y deleites está basado sobre un convenio de mutua discreción: cuando alguien declara que le encanta la poesía de Valéry es mejor no acosarlo demasiado con indiscretas investigaciones, porque entonces se pondría en evidencia una realidad tan distinta de todo lo que nos imaginamos, y tan sarcástica, que nos sentiríamos sumamente molestos. El que deja por un momento las conversaciones del juego artístico, enseguida tropieza con un enorme montón de ficciones y falsificaciones, cual un escolástico escapado de los principios aristotélicos.

Me encontré, pues, cara a cara con el siguiente dilema: miles de hombres hacen versos; otros miles les demuestran gran admiración; grandes genios se expresan por medio del verso; desde tiempos inmemoriales el poeta y los versos son venerados; y frente a esa montaña de gloria -yo, con mi convicción de que la misa poética se efectúa en el vacío casi completo.


¡Valor, señores! En vez de huir de ese hecho expresamente, tratemos de buscar sus causas como si fuese un hecho como cualquier otro. Poesía pura y azúcar puro.
¿Por qué no me gusta la poesía pura? Por las mismas razones por las cuales no me gusta el azúcar "puro". El azúcar encanta cuando lo tomamos junto con el café, pero nadie se comería un plato de azúcar: sería ya demasiado. Es el exceso lo que cansa en la poesía: exceso de la poesía, exceso de palabras poéticas, exceso de metáforas, exceso de nobleza, exceso de depuración y de condensación que asemejan los versos a un producto químico.
¿Cómo hemos llegado a este grado de exceso? Cuando un hombre se expresa en forma natural, es decir en prosa, su habla abarca una gama infinita de elementos que reflejan su naturaleza entera; pero he aquí que vienen los poetas y proceden a eliminar gradualmente del habla humana todo elemento apoético, en vez de hablar empiezan a cantar y de hombres se convierten en bardos y vates, consagrándose única y exclusivamente al canto. Cuando un trabajo semejante de depuración y eliminación se mantiene durante siglos llégase a una síntesis tan perfecta que no quedan más que unas pocas notas y la monotonía tiene que invadir forzosamente el campo del mejor poeta. El estilo se deshumaniza; el poeta no toma como punto de partida la sensibilidad del hombre común sino la de otro poeta, una sensibilidad "profesional" y, entre los profesionales, se crea un lenguaje tan inaccesible como los otros dialectos técnicos; y, subiendo unos sobre los hombros de otros, forman una pirámide cuya punta ya se pierde en el cielo, mientras nosotros nos quedamos abajo algo confundidos. Pero lo más importante es que todos ellos se vuelven esclavos de su instrumento porque esa forma es ya tan rígida y precisa, sagrada y consagrada que deja de ser un medio de expresión: y podemos definir al poeta profesional como un ser que no se puede expresar a sí mismo porque tiene que expresar los versos.

Por más que se diga que el arte es una especie de clave, que el arte de la poesía consiste precisamente en lograr una infinidad de matices con pocos elementos, tales y parecidos argumentos no ocultarán el primordial fenómeno de que con la máquina del verbo poético ha ocurrido lo mismo que con todas las demás máquinas, pues en vez de servir a su dueño se ha convertido en un fin en sí; y, francamente, una reacción contra ese estado de cosas parece aún más justificada aquí que en otros campos porque aquí estamos en el terreno del humanismo "par excellence". Existen dos formas de humanismo básicas y diametralmente opuestas: una que podríamos llamar "religiosa" que coloca al hombre de rodillas ante la obra cultural de la humanidad y otra, laica, que trata de recuperar la soberanía del hombre frente a sus dioses y sus musas. El abuso de cualquiera de estas formas tiene que provocar una reacción y es cierto que una reacción así contra la poesía sería hoy totalmente justificada porque, de vez en cuando, hay que parar por un momento la producción cultural para ver si lo que producimos tiene todavía alguna vinculación con nosotros. Posiblemente los que han tenido la oportunidad de leer algún texto artístico mío se sentirán extrañados por lo que digo, ya que soy en apariencia un autor típicamente moderno, difícil, complicado y aun a veces -quien sabe- aburrido. Pero, téngase en cuenta que yo no aconsejo a nadie prescindir de la perfección ya alcanzada, sino que considero que esta perfección, este aristocrático hermetismo del arte deben ser compensados de algún modo y que, por ejemplo, cuanto más el artista es refinado, tanto más debe tomar en cuenta a los hombres menos refinados y cuanto más es idealista tanto más debe ser realista. Este equilibrio a base de compensaciones y antinomias es el fundamento de todo buen estilo, más, en los poemas no lo encontraremos, y tampoco se puede notar en la prosa moderna influenciada por el espíritu de la poesía. Libros como "La muerte de Virgilio", de Herman Broch o aun el celebrado "Ulises" de Joyce resultan imposibles de leer por ser demasiado "artísticos". Todo allí es perfecto, profundo, grandioso, elevado y, al mismo tiempo, nada nos interesa porque sus autores no lo han escrito para nosotros sino para el Dios del Arte.
Pero la poesía pura además de constituir un estilo hermético y unilateral, constituye también un mundo hermético. Y sus debilidades aparecen con más crudeza aún, cuando se contempla el mundo de los poetas en su aspecto social. Los poetas escriben para los poetas. Los poetas son los que rinden homenaje a su propio trabajo y todo este mundo se parece mucho a cualquier otro de los tantos y tantos mundos especializados y herméticos que dividen la sociedad contemporánea. Los ajedrecistas consideran el ajedrez como la cumbre de la creación humana, tienen sus jerarquías, hablan de Capablanca como los poetas hablan de Mallarmé y, mutuamente, se rinden todos los honores. Pero el ajedrez es un juego mientras que la poesía es algo más serio y lo que resulta simpático en los ajedrecistas, en los poetas es signo de una mezquindad imperdonable. La primera consecuencia del aislamiento social de los poetas es que en el mundo poético todo se hincha, y aún los creadores mediocres llegan a adquirir dimensiones apocalípticas y, por el mismo motivo, los problemas de poca monta cobran una trascendencia que asusta. Hace tiempo hubo entre los poetas una gran polémica sobre la famosa cuestión de las asonancias y parecía que la suerte del universo dependía del hecho de si es posible rimar "espesura" y "susurran". Es lo que sucede cuando el espíritu gremial domina al universal.

La segunda consecuencia es aún más desagradable: el poeta no sabe defenderse de sus enemigos. Y así vemos cómo en el terreno personal y social se pone en evidencia la misma estrechez de estilo que hemos mencionado más arriba. El estilo no es otra cosa sino una actitud espiritual frente al mundo, pero hay varios y el mundo de un zapatero o de un militar tiene poco que ver con el mundo de los versos: como los poetas viven entre ellos y entre ellos forman su estilo, eludiendo todo contacto con ambientes distintos, quedan dolorosamente indefensos frente a los que no comparten sus credos. Lo único que son capaces de hacer, cuando se ven atacados es afirmar que la poesía es un don de los dioses, indignarse contra el profano o lamentarse por la barbarie de nuestros tiempos lo que, por cierto, resulta bastante gratuito. El poeta se dirige sólo a aquel que ya está compenetrado con la poesía, es decir a uno que ya es poeta, pero esto es como si un cura endilgara su sermón a otro cura. ¡Cuánta más importancia tiene, sin embargo, para nuestra formación el enemigo que el amigo! Sólo frente al enemigo podemos verificar plenamente nuestra razón de ser y sólo él nos procura la clave de nuestros puntos débiles y nos pone el sello de la universalidad. ¿Por qué, entonces, los poetas huyen ante el choque salvador? Ah, porque carecen de medios, de actitud, de estilo para afrontarlo. ¿Y por qué les faltan estos medios?
Ah, porque eluden el choque. El vate y el ridículo.
La más seria dificultad de orden personal y social que debe afrontar el poeta proviene de que él, considerándose superior como sacerdote de la poesía, se dirige a sus oyentes desde más arriba; pero los oyentes no siempre reconocen su derecho a la superioridad y no quieren oírlo desde abajo. Cuanto más aumenta el número de personas que ponen en duda el valor de los poemas y faltan el respeto al culto, tanto más delicada y cercana al ridículo se vuelve la actitud del vate. Mas, por otra parte, crece también el número de los poetas y a todos los excesos de la poesía ya enumerados hay que añadir el exceso de bardos y el exceso de versos.
Estas ultrademocráticas cifras minan desde el interior la aristocrática y orgullosa actitud del mundo de los poetas y nada más comprometedor, en ese sentido, que cuando se los ve a todos reunidos, por ejemplo, en un congreso: una muchedumbre de seres excepcionales. Un artista que en verdad se preocupe por la forma buscaría alguna salida a este callejón, porque sin duda estos problemas en apariencia sólo personales están estrechamente vinculados con el arte y la voz del poeta no suena bien, ni puede ser seria y convincente mientras él mismo quede ridiculizado por tales contrastes.

Un artista creador y vital no vacilaría en cambiar totalmente de actitud y, por ejemplo, él desde abajo se dirigiría a la gente: como el que pide el favor de ser reconocido y aceptado o como el que canta pero al mismo tiempo sabe que aburre. Podría también proclamar públicamente esas antinomias y escribir sus versos sin estar satisfecho de ellos y anhelando ser cambiado y renovado por el choque regenerador con los demás hombres. Pero no es posible exigir tanto a los que dedican toda su energía a la "depuración" de su rima. Los poetas siguen agarrándose febrilmente a una autoridad que no tienen y embriagándose a sí mismos con la ilusión del poder. ¡Qué ilusos! De cada diez poemas uno por lo menos cantará el poder del Verbo y la elevada misión del Poeta lo que, justamente, demuestra que el Verbo y la Misión están en peligro... y los estudios o reseñas sobre poesía nos procuran una rara impresión: porque su inteligencia, sutileza y finura están en contraste con el tono que es a la vez ingenuo y pretencioso. Todavía no han comprendido los poetas que de la poesía no se puede hablar en tono poético y por eso sus revistas están llenas de poetizaciones sobre la poesía muy a menudo horripilantes por su estéril malabarismo verbal. A esos pecados mortales contra el estilo los lleva el temor que sienten ante la realidad y la necesidad de encontrar a toda costa. Una afirmación de su quebrantado prestigio. Formas de la salvación.
La ceguera voluntaria se nota también en ese simplismo tremendo en que caen hombres, por otra parte muy inteligentes, cuando se trata de su suerte. Muchos poetas pretenden salvarse de las dificultades expuestas más arriba declarando que ellos escriben sólo para sí mismos, para su propio goce estético aunque al mismo tiempo hacen lo posible por publicar sus obras. Otros buscan la salvación en el marxismo y afirman con toda seriedad que el pueblo es capaz de asimilar sus refinadísimos y difíciles poemas, productos de siglos de cultura. Ahora la mayoría de los poetas cree firmemente en la repercusión social de los versos y nos dirán extrañados: "Pero cómo puede usted dudar... Vea las muchedumbres que asisten a cada recital poético. ¡Cuántas ediciones se publican! Cuánto se escribe sobre la poesía y cuán admirados son los que conducen a los pueblos por el camino de la Belleza”.
No se les ocurre pensar que en un recital poético es casi imposible asimilar un verso (porque no basta escuchar un verso moderno una sola vez para entenderlo), que miles de libros se compran para no ser leídos nunca, que los que escriben en los periódicos sobre poesía son poetas y que los pueblos admiran sus poetas porque necesitan mitos. No se dan cuenta que si las escuelas no enseñasen a los niños el culto de los poetas en sus tristes y tan formales clases de idioma nacional y si este culto no se mantuviera todavía por inercia entre los adultos nadie, fuera de unos pocos aficionados, se interesaría en ellos. No quieren ver queja supuesta admiración por el canto versificado es en realidad el resultado de muchos factores como la tradición, la imitación y, aun otros como el sentimiento religioso o la afición deportiva (porque asistimos a un recital poético del mismo modo que a una misa -sin comprenderlo- y sólo cumpliendo un acto de presencia frente a un rito; y porque nos interesa la carrera de los poetas hacia la gloria así como nos interesan las carreras de caballos); no, ese complicado proceso de la reacción de las multitudes se reduce para ellos a la fórmula: "el verso encanta porque es bello..."

Que me disculpen los poetas. Yo no los ataco para molestarlos y gustoso tributaré homenaje a los altos valores personales de muchos de ellos; sin embargo ya se ha colmado el cáliz de sus pecados. Hay que abrir las ventanas de esta hermética casa y sacar sus habitantes al aire fresco, hay que sacudir la pesada, majestuosa y rígida forma que los abruma. Poco me importa que digáis pestes de mí y de mi nota. -¿Acaso puedo esperar que aceptéis un juicio que os quita la razón de ser?- Y, además, mis palabras están destinadas a la nueva generación. El mundo se vería en situación desesperada si cada año no entrase un nuevo contingente de seres humanos, frescos, libres del pasado, no comprometidos con nadie ni con nada, no paralizados por puestos, glorias, obligaciones y responsabilidades, seres, en fin, no definidos por lo que ya han hecho y por lo tanto, libres para elegir.

miércoles, 15 de julio de 2009

EL POZO Y LA ESTRELLA


Dedicatoria.
Este lugar de arena y sueño, de sombra y raiz de amor.


También

la noche antes de la noche,

el pozo en la mañana atlántica,

besando

aquella adolescencia.

También

refugiados en la mirada incansable,

en la partida, en donde nadie nos espera,

de sed a sed,

de escucha a mirada,

de respiración a esperanza.

El viejo canto

hace visible tus labios y tus palabras,

los silencios del mar,

tu viejo abandono,

la caída del fuego

en el pozo de la mañana atlántica,

donde miras

aquella adolescencia;

una semilla que crepita,

un murmullo

en la rosa consumada.





Nota; Les pido disculpas a lectores y amigos por no poder ofrecerles la disposición deseada y correcta de este poema en la página debido al formato de blogger.

EL POZO Y LA ESTRELLA

jueves, 9 de julio de 2009

JUAN RAMON JIMENEZ Y SU CREACION DRAMATICA




Entre los libros y autores que desde la infancia me acompañan y acompañarán hasta el final está la obra y la figura de Juan Ramón Jiménez. Aunque no me gusten las listas, las excelencias y la beatería, siempre creí encontrarme, y el tiempo no cesa de confirmármelo, que, como decía Octavio Paz, suele a veces parecernos caprichoso pero a la larga nunca se equivoca, ante una de las cimas de la poesía de todos los tiempos, porque no siempre Juan Ramón Jiménez fue entendido y apreciado en ese lugar en la poesía europea y mundial, el lugar que a su obra magistral en todos los sentidos le corresponde, actual y abierta.

Fue realmente, como él se quiso “un andaluz universal”, en su labios, en su canto y su obra la tierra que le vio nacer y su rica tradición, a diferencia de tantos otros, aun con el amplio y extraordinario conocimiento crítico que tuvo de numerosas lenguas y culturas literarias, que a algunos molestó por su sagacidad y honestidad critica. No tendríamos hoy de igual forma la obra de Lorca o Cernuda sin su magisterio. Debido a las diferentes conmemoraciones y aniversarios he escrito mucho sobre él, aquí les dejo esta breve semblanza, uno más, sobre el carácter dramático de su obra.









Las huellas de las formas perdidas, Juan Ramón Jiménez nos compromete en la distancia infinita hacia la fusión, el carácter y esquema de su obra es esencialmente dramático, merced a esto, su poesía preexiste a los términos, de la pasión de la obra por la obra, de la alta conciencia de los límites como punto de partida y retorno, allí donde la oposición no opone, sino que yuxtapone, su angustia es una perspectiva del ser humano, es su oscuro fondo el que busca la luz que crea sus certidumbres, el espacio indeciso, el perpetuo desvío.

Jiménez, que partió en su escritura de estados de ánimo hundidos en los paisajes de la infancia, sus paisajes esenciales de siempre, su vaguedad y melancolía con los ecos de Verlaine y Laforgue, nunca se descompuso, siquiera su aparente colorismo llega a reforzarse en sus comienzos, con un fuerte asidero en los cancioneros populares del siglo XVI. Juan Ramón Jiménez daría la impresión final de estar ante una escritura colmada de ritmo. Lo que él buscó fue siempre una depuración, un vaciamiento, como una ciega precipitación hacia el asombro, su vida fue un continuo desprendimiento en su escritura a través del compromiso, esfuerzo por agotar el ritmo y extenderse sobre el refugio de lo indecible, ser pleno e íntimamente en la totalidad, sus nombres impronunciables, su ser escrito dramatizan toda su obra excepcionalmente. Los verdaderos libros son libros de luto que sobreviven al tiempo. La fuerza de la imaginación poética de Jiménez no podía llevarle por otros caminos que los que transitó desde el comienzo de su madurez hasta el final, esa imaginación le hacía rechazar con gran naturalidad el artificio en su escritura, quizá no haya escritor en Europa que lo haya rechazado con tanta honestidad, de ahí sus formas libres, el abandono de los metros tradicionales que había mostrado en sus comienzos, la conciencia extrema de su tarea, el no descansar nunca sobre lo ya conseguido lo hacen un referente siempre actual. La sutileza de sus metáforas lo vuelven a los suyos, a los poetas arabigoandaluces, expresión de experiencias recónditas con declaraciones alusivas. Jiménez convence por su melodía del discurso y los límites de su conciencia. Pero hay algo más, la fuerza que la reflexión final de la obra le da a sus pasiones, no intenta nunca reconciliar los elementos del lenguaje, sino que entablece un infinito ante ellos, un lejano esfuerzo hacia sí mismo, encuentra su coherencia en una visión intima y trágica de la existencia, convocatoria de abrirse y aclararse, allí donde se interrumpe el canto de los dioses comienza el canto trágico del hombre, como bien recordó Holderlin. Jiménez vio en su infancia una comunión y una alianza, una semilla alada que regresaba, un pensamiento que buscaba su propia borradura, realmente no vamos hacia las cosas y expresiones, sino que siempre estamos volviendo. Su obra llegará a conseguir elementos que no siempre han sido bien entendidos, una regreso a formas libres y abiertas desde su tradición, una abierta y perenne musicalidad semántica.









EL EJEMPLO





Enseña a dios a ser tú. Se siempre solo con todos, con todo, que puedes serlo.



(Si sigues tu voluntad, un día podrás reinarte solo en medio de tu mundo).



Solo y contigo, más grande, más solo que el dios que un día creíste dios cuando niño.







De “La estación total”

domingo, 5 de julio de 2009

HERMANN BROCH Y SUS ULTIMAS HORAS


Hay en Herman Broch una configuración poética del mundo y de la historia, la conflictividad lleva a la creación. Junto con sus amigos Joyce, Kafka y Musil, pertenece a esos prosistas fundamentales que cimentaron la narrativa del siglo XX. Refuerza y despliega la gran mitología del escritor e introduce magistralmente una sintaxis aleatoria, de lo fragmentado infinitamente, destruye en su escritura la ilusión o expectativa de una continuidad, la sucesión de sentidos requiere una estructura firme del texto, esa estructura es histórica, ahora es desintegración y reintegración, el museo y el flasch. En el alternarse del ritmo de sus pàginas, sus partes criticas refieren al desarrollo del discurso mismo, dejándonos una nueva forma de entender la posición del autor en la sociedad, adentrarse más y mejor en la esencia fundamental de una obra.Adelantándose en muchos años a algunas posiciones estéticas de gran actualidad, Broch, como Benjamín, teme el fin del arte en su despliegue masivo, de una estética generalizada, compra, transformación banalizada. En su últimos años se afana en concentrar la fuerza que manda sobre el lector, pero siempre con alternativas de una misma raíz, a pesar de las orientaciones disuasivas y de largo aliento de sus contemporáneos, el lenguaje no debe renunciar nunca a sus pretensiones, lo que es designado por la escritura; participando en la imposibilidad hay realidad. Las últimas horas de Virgilio reflejan en un monumental e histórico mosaico un lenguaje que no depende de nada porque quiere abarcarlo todo. Las grandes relaciones del autor y su obra, el de la muerte absoluta que yace en los límites de la escritura y el habla. Cuanto más reencarnado esté el final, Virgilio y su deseo, mas cerca la inmortalidad y la reintegración de un lenguaje y una historia colmado por la existencia. Las últimas horas de Hermann Broch es la grafía de un infierno cercano, la disgresión de unos valores instaurados en el conflicto.

jueves, 2 de julio de 2009

LUZ DE CANCION SENCILLA

La pequeña anarquista, 1927. Horacio Ferrer




Cae la luz

sobre la vieja noche del patio,

regresas

con el sueño,

con el silencio y la arena.

Nadie

se vuelve a la voz del mar,

a las huellas de una ofrenda.

Cada música

se llena de sal y noche

en las afueras, en su recogimiento.

Cada canción

late su tiempo,

sus golpes de corazón,

su instante cumplido.




1998

martes, 30 de junio de 2009

SITUACIONES

SITUACION DEL TIEMPO. David Lamelas

POR EFI CUBERO




Esas imágenes de la estática las hemos contemplado en películas de terror, como aquel Poltergeist, inolvidable cuando la pequeña y angelical Caroline acercando las manos hacia el run run de su televisor iluminado exclama “Ya están aquí” y así comienzan los escalofríos. La inquietante y repetida imagen de una misma estática y parecida estética, podemos contemplarla, en compañía o a solas en una de las salas del Macba. En una de las obras que integran la exposición Tiempo como materia. La propuesta, a la cual aludimos, pertenece a David Lamelas y cuyo título: Situación del tiempo, al parecer sirvió de inspiración del enunciado de la muestra. Inquietante esta obra del autor argentino (Buenos Aires, 1946). Una ringlera de televisores alineados sobre un espacio vacío reclama nuestra curiosidad; la atención distraída hacia lo insólito con su punto de absurdo, con su atrayente guiño surrealista dentro del más conceptual de los minimalismos. No hay mensaje aparente en esta vacuidad, o sobre este zumbido monocorde que emite la pantalla, un siseo que raya los silencios, una neutralidad que es perturbada por lo desconocido…¿Qué hay más allá de todo este montaje? Y más allá no hay nada, ni siquiera el más allá ficcionado de la película a la que antes citábamos. Una cierta irritante sensación de extrañeza nos sacude. La frialdad del vacío; no hay espejos siquiera que reflejen la nada. El tiempo es sólo espacio, situación: “La situación del tiempo” Como forma azarosa, como especulación o interrogante, como interpelación, como escenario que nada representa o representa todo. Confieso que ante tal tesitura desprovista de todo referente, puede experimentarse la sensación de fuga, de rechazo, un temor que podría llamarse “tecnofobia”. De nada sirve esta sugestión de batería de televisores “encendidos” sin imágenes, sin rótulos ni siglas, sin argumentos, sin explicaciones. Una iluminación sobre la nada que se impone a la imagen, que se impone al silencio provocando que observes como en un sinsentido, como un contrasentido. Blancas pantallas de ojos ciegos nos miran; con “efecto de nieve y ese sonido estático” al que aludió el autor cuando en su tiempo (1967) desplegó para una galería tan osada propuesta. Es curioso, pero de alguna forma nos vemos reflejados; nosotros, espectadores de la misma nada, ocupando un espacio, frente al tiempo que inexorable y sin remedio escapa devolviendo el sonido de un vacío, un rectángulo que atrapa nuestro tiempo frente a ese guiño absurdo de anarquía, usurpando un lugar; esa misma metáfora de ventanas iguales, repetidas; ventanillas de un tren imaginario, fantasmal, donde sólo observamos la ventisca que nos excluye, que nos aísla, que es hostil y obstinada en sus repeticiones, que es ambigua, que nos impide ver, o contemplarnos, celdillas de colmenas en los bloques compactos de las grandes ciudades…No hay espejos aquí; el tiempo, intransitivo e inestable nos invita a seguir una monotonía, efímero y fugaz, continuado. El tiempo y la materia, la materia del tiempo; Tiempo como materia de infinito y la perplejidad de la mirada que se pierde en rectángulos, como viscosa red que nos absorbe sin tregua ni respiro. Un paso más allá y el tiempo es ido, el futuro es pasado, sobre cada pisada, sobre cada elemento repetido como una muestra de lo que aspiramos (los sueños al final desaparecen, como las emociones) queda sólo lo neutro, la inmensa soledad que albergará la ausencia; el murmullo del eco que guardó nuestra voz; la sensación de frío de un rumor impostado. La superficie plana dispone las pantallas en las repeticiones, cuyo sentido se nos hurta adrede, un espejo invertido que nunca nos refleja proyecta nuestro yo más vulnerable, detrás de cada vidrio nada aguarda, o acaso esta propuesta nos enfrente al progreso y nos congregue en una reflexión de tinte irónico: No hay nada tras el tótem frente al cual tanta gente permanece embobada. No nos queda siquiera ni el consuelo de Alicia de atravesar el tiempo que nos desasosiega, un muro de cristal se cierra en banda, ni una rendija como escapatoria.
Hay un reverso envolvente de significados; unas notas del Jazz de John Coltrane que se evaporan como lluvia suave sobre ese túnel líquido, que aparenta engullirnos, donde nos asomamos sin hallar la salida. Cualquier cuadro de Hooper al que le arrebataran de pronto la escenografía, o cualquier elemento figurado, los personajes, la arquitectura sin alma o sin sentido; una contemplativa y sugerente “soledad sonora” mas sin la trascendencia ni elevación alguna; plano sin contraplano; sonidos que amortiguan los pasos interiores, las íntimas estancias, un teclado, un deseo de sentir la hierba o el asfalto, eludir el vacío que esta imagen, tan obsesivamente repetida, nos proyecta, y escapar, escapar de esta sala que nos tiene atrapados en esa claustrofóbica sensación de tiempo muerto, de tiempo anquilosado, de tiempo sin vivir…Recipientes iguales, de imagen Warholiana, para este tiempo mismo de un instante en la nada, envasado al vacío.


NACE BIOPOLITICA.3.O


Este blog trata sobre Biopolítica .En él podrás encontrar textos, videos y materiales sobre la conversión y uso de la "vida" como una categoría política. A comienzo del siglo XXI la última frontera de la humanidad como especie, su propia constitución como ser vivo entre seres vivos, parece entrar en el horizonte de nuestras posibilidades de acción...y por tanto es ya una cuestión ética y política. La vida que se deteriora ( crisis ecológica) , la vida que se manipula ( ingeniería genética), la vida que nos divide ( racismo y sexismo), la vida que nos constituye ( género, etnia), la vida de los otros ( animales). No es pues una cuestión más de la agenda fatigada de la tardomodernidad: es la cuestión central. Nos guste o no, vivimos ya en una era biopolítica

sábado, 27 de junio de 2009

LUDWING HOHL EN SU MADRIGUERA


Uno de los maestros secretos de la prosa alemana del siglo XX, escribió G. Steiner sobre L. Hohl, su admiración por Spinoza; los más grandes, que son los solitarios, confían en el mundo. Hay que empezar a decir de Holt cómo disocia el espacio donde se encuentran la demencia y la lucidez, los delirios del solitario y la trascendencia nocturna. La oculta vacilación de su prosa es vital y necesaria, el escritor y artista es el hombre destinado a una obra, él restituye la posibilidad de un diálogo desde la profunda soledad aunque el libro aun no exista, el devenir oscuro en el que otros de sus maestros, Goethe, otorgaba toda la esperanza de la creación, las experiencias límites siempre serán solitarias, que me sea permitida la belleza y su testimonio. Leamos a Holt desde ese espacio; un diálogo en las formas de rechazo de la cultura, con la exclusión necesaria, no de condena moral, sino de los que los consagra. Andrés Trapiello, en uno de sus diarios comentaba lo siguiente;
“No se puede escribir como Pessoa o Kafka y aspirar a publicar eso en vida. El sufrimiento y dolor verdaderos exigen el anonimato o la muerte. ¿Cómo creer a Kafka después de haberlo visto en la feria del libro firmando ejemplares? ¿Qué pensaríamos de Caseiro si le sorprendiéramos en el palacio de Oriente en una recepción?”
Hablaremos y leeremos a Hohl o a Walser tal como los lectores o la critica lo reinventen después, el control y delimitación del discurso artístico no le valían; el saber nunca debe de aparentar saber una respuesta, debe decir cosas claras y a la vez extrañas. Holt, en toda su obra, vuelve atrás en el tiempo, se escapa a lo posible, se detiene en lo dicho y se retira. Yo lo hago ahora con este poema que le dediqué hace unos años.




ARENA


Cada noche
abre una profecía,
las palabras que respiran
en el dolor de unos ojos que sueñan,
en un viejo recuerdo
lejano en la memoria.


Con el rastro de una pasión,
con la madrugada oscura
que le dio nombre a un libro;
habría de llamarse Arena,
su repetición juega con la ausencia.
Jamás,
habría dicho,
nunca,
habría repetido;
una mujer en nuestros corazones,
el interrogante de nuestra escritura.


Tengo poco tiempo para soñar,
escribo de los sueños,
les he dado mi nombre,
atravieso
sus barrios desconocidos,
la arena me dio el libro abierto en la noche.


Regreso a la luz de sus cenizas,
a las cicatrices de su muerte
con el viento y el signo de la soledad.

jueves, 25 de junio de 2009

PREMIO DE POESIA VICENTE NUÑEZ


La Diputación de Córdoba ha convocado el Noveno Premio de Poesía Vicente Núñez. Cuando se creó este premio, que en su primera convocatoria de 1991 ganó justamente mi amigo Fernando Ortiz con su libro El verano, otro amigo, Vicente Núñez, me escribió y animó para que me presentara. Como en esta vida una de las cosas que merecen la pena es recordar y tener presente a las personas que queremos y apreciamos, en recuerdo de Vicente hago la entrada para los autores que les pueda interesar. Por Vicente la Diputación de Córdoba me informa de cuantos actos literarios celebra, cosa que le agradezco y a los que no suelo asistir nunca. Es de justicia que un buen premio de poesía lleve su nombre y que se lea a este gran poeta que me honró con su amistad y animó muy de veras con su generosidad y atención. El solía llamarme con varios nombres, según viniera el aire, el único reparo que tengo es no haberle enseñado, como le prometí, algunos lugares de Sevilla, en especial La Iglesia de San Luis. A veces pienso en el intenso poema que este Heráclito cordobés, con su heterodoxia y su incesante búsqueda de la armonía de los contrarios le hubiera dedicado.


Más Información; Diputación de Córdoba