Francisco Brines
VEASE, POESIA DE UNA VIDA
El luto de los libros inflexionan y apasionan los relatos de una vida y una obra, muestran la interrupción como habla, los confines donde los signos inician su propia borradura para hacer uso de la palabra. Con la pena cabal de la alegría aun te encuentro y te pregunto, viejo amigo, por calles que no quieres volver a pasar, por lo frío que se ha hecho el tiempo, de los nombres acostumbrados donde no está la escritura contra la muerte, de la gran ética de compromiso con lenguajes desconocidos, esa ética del conocimiento que H. Broch sostuvo en un hondo despliegue de significados para la historia, amenazada siempre por una sociedad del discurso coactiva donde no hay espacio para la enrancia, para la disimetría del creador con cualquier otra practica del sistema lingüístico, de las formas vacías a las que nos llevan los exilios. Por eso, en estos días de páginas que vuelven a pasar en nuestras manos y que creíamos perdidas, voz escondida en algún libro, en una oposición de connivencia donde quizás reine el aparecer, cuando cerrabas tus palabras hasta el final de ti mismo, todavía te encuentro y te pregunto, ¿quién dedica viejos olvidos, dime?.
AL TIEMPO
“ …y feliz como la yerba es verde.”
(Dylan Thomas)
Me quitaste la casa, el azul, los recuerdos,
el balcón, los jardines, las tardes de los patios,
la ciudad, la tristeza, la puerta del colegio,
y no olvido el camino después de tantos años.
(Los padres jesuitas de la provincia bética
nos llevaban en filas por aquel corredor.
La tarde declinaba en latín su tristeza
detrás de aquellas aulas de sotana y rigor.)
Con aquel lento paso con que andar solías
ven hasta mí, devuélveme, oh Tiempo que te has ido,
campos, besanas, sendas, el galopar, las bridas…
Mi infancia era feliz como es verde el olivo.
Con la pena cabal de la alegría.
Rafael Montesinos
Nota: Ruego disculpen mis amigos y lectores que faltara a mi cita en estas semanas, anda uno de mudanza y desconectado.