lunes, 18 de mayo de 2009

PLAZA DEL LUCERO


En la infancia, en el matinal camino al colegio con mis hermanos pasábamos por la plaza del Cronista, donde tenían asiento los gatos y el olvido, y algunos navajazos. Mundo apartado, diría W. Benjamin, barrio sometido y marginado, junto a esta plaza había otra pequeña y escondida con sus naranjos, la plaza del Lucero, todas las formas y la luz del viejo pueblo que aún era Sevilla allí perduraban, un silencio apenas roto por la suave voz femenina de algún patio, cuajado de macetas. Hoy, es una triste plaza más vendida y mutilada, lo que no consiguió el franquismo lo han hecho los sucesivos Ayuntamientos democráticos y su eficiente Gerencia de Urbanismo, pasividad absoluta ante las bandas de especuladores y modernillos. ¿No será siempre esta ciudad la escondida, no está ahí quizás su ser, su misterio en el silencio de lo que no ha sido dicho y, sin embargo, vuelve siempre a la memoria?. Casi quince años mas tarde, en Septiembre de 1984, prefirió Jorge Luis Borges venir a esta plaza, una de las sedes entonces de la Bienal de Flamenco. Pasó por Sevilla con motivo del congreso que se celebró sobre literatura fantástica, desobedeciendo a cierta beateria vino a este barrio tan parecido al de su mitología delictiva. Aquí, en la calurosa noche, recordaría a sus amigos sevillanos Rafael Cansinos y Adriano del Valle, en su mente quizás ya estuviera el memorable y célebre poema que les dejo.



DE LA DIVERSA ANDALUCIA


Cuántas cosas. Lucano que amoneda
el verso y aquel otro la sentencia.
La mezquita y el arco. La cadencia
del agua del Islam en la alameda.
Los toros de la tarde. La bravía
música que también es delicada.
La buena tradición de no hacer nada.
Los cabalistas de la judería.
Rafael de la noche y de las largas
mesas de la amistad. Góngora de oro.
De las Indias el ávido tesoro.
Las naves, los aceros, las adargas.
Cuántas voces y cuánta bizarría
y una sola palabra. Andalucía.

6 comentarios:

Jose Antonio Löpez dijo...

Cuanta razón amigo, qué cambio feroz de la ciudad, los que creíamos que la salvaríamos de la piqueta y los depredadores, hemos visto su transformación, no es que no se haya conservado o hecho cosas apreciables, es que sentimos, en muchos espacios, una ocasión perdida, es que se ha hecho mucho fachadismo, destruyendo todas las disposiciones interiores de las casas. El Patrimonio urbanístico de Sevilla podía haber sido muchísimo mejor aprovechado. No recordaba la presencia de Borges por aquí. Gracías por estos emotivos y bien escritos retratos de nuestra ciudad.

Un cordial y sevillano saludo.

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias, José Antonio, coincido contigo en lo oportunidad perdida, especialmente en algunos espacios. También es justo reconocer que se han hecho esfuerzos en algunos casos, pero han sido mas individuales, no ha habido un proyecto y consenso sólido y sostenido en algo tan importante. El tema del urbanismo no puede ser controlado por el Mercado.

Saludos.

Marisa Peña dijo...

Soberbio poema. En él se siente latir el alma de esa bellísima tierra que cautiva con su luz a todo el que la mira.Como bien dices el Mercado lo controla todo, y transforma todo lo que toca en moneda de cambio y valor de compra y venta.Al Mercado no le importan las historias humanas, la vida que late tras los espacios de convivencia, en fin...
Te mando un beso, sevillano .

ONDA dijo...

Un librito imprescindible para conocer el Borges en Sevilla 1919 es "El primer Borges" de Carlos Meneses.

Ahí se habla de su relación con la revista Grecia donde publicó su primer poema que se lo dedicó a Adriano del Valle.

Te agradezco el enlace querido amigo.

Y naturalmente que tienes razón en esos "Cielos que perdimos" que denunción Romero Murube.

Lo último que vi fugazmente fue el mamotreto de la Plaza de la Encarnación.

En Madrid pasa lo mismo, pero quizá en Sevilla sea más doloroso...

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias, Marisa, la mejor modernidad es el respeto y conservación del Patrimonio.

Un beso

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias, Ignacio. En efecto, también en Madrid se ven las huellas tristes de esto que hablamos. Estos no tienen frontera.

Un abrazo.