rodeada y vigilante tú,
herida.
Grandes insomnes
ahora,
fuerza del pensamiento.
En los cuerpos vivos, en sus llagas,
cuando descansan los niños
en los abismos del oscuro animal.
No se consume,
late en el cielo de las orillas,
cuerpo solar.
Los niños, de otro silencio,
pasan,
clareando su pensamiento
en el aire del verano, aquel
alimento de la luz,
recuerdos de la senda vacía
Las aguas cierran la luz
bajo los refugios del salitre.
Has venido en la extinción
y el surco de tu pasión escuchas
abrirse en las calles de la cal,
el agua duerme en el umbral de la pureza,
en su respiración.
Es tarde,
en el cielo de las orillas
tu conciencia bajo un sol entero.
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