martes, 16 de marzo de 2010

LA ULTIMA PAGINA


Los ancianos dicen las cosas más sencillas, lo que hoy nos parece banal a fuerza de haber sido repetido.

E. J.


Hace unos años, la relectura de H. Broch me llevó a algunas reflexiones, de aquello solo conservo un texto que he encontrado entre mis papeles. Vuelvo también a dejar aquí, como breve marca, lo ya escrito en otra ocasión.

Hay en Herman Broch una configuración poética del mundo y de la historia, la conflictividad lleva a la creación. Junto con sus amigos Joyce, Kafka y Musil, pertenece a esos prosistas fundamentales que cimentaron la narrativa del siglo XX. Refuerza la mejor mitología del escritor e introduce con gran acierto una sintaxis aleatoria, de lo fragmentado infinitamente, destruye en su escritura la ilusión o expectativa de una continuidad, la sucesión de sentidos requiere una estructura firme del texto, esa estructura es histórica, ahora es desintegración y reintegración, el museo y el flasch. En el alternarse del ritmo de sus pàginas, sus partes criticas refieren al desarrollo del discurso mismo, dejándonos una nueva forma de entender la posición del autor en la sociedad, adentrarse más y mejor en la esencia fundamental de una obra.Adelantándose en muchos años a algunas posiciones estéticas de gran actualidad, Broch, como Benjamín, teme el fin del arte en su despliegue masivo, de una estética generalizada, compra, transformación banalizada. En su últimos años se afana en concentrar la fuerza que manda sobre el lector, pero siempre con alternativas de una misma raíz, a pesar de las orientaciones disuasivas y de largo aliento de sus contemporáneos, el lenguaje no debe renunciar nunca a sus pretensiones, lo que es designado por la escritura; participando en la imposibilidad hay realidad. Las últimas horas de Virgilio reflejan en un monumental e histórico mosaico un lenguaje que no depende de nada porque quiere abarcarlo todo. Las grandes relaciones del autor y su obra, el de la muerte absoluta que yace en los límites de la escritura y el habla. Cuanto más reencarnado esté el final, Virgilio y su deseo, mas cerca la inmortalidad y la reintegración de un lenguaje y una historia colmado por la existencia. Las últimas horas de Hermann Broch es la grafía de un infierno cercano, la disgresión de unos valores instaurados en el conflicto.




Lentamente

....................se da al saber partir,
....................extrañeza

de pasado y recogimiento,

del instante de ser escrito.



Devuelta a su ausencia,

la palabra callada

reconoce la marca de la soledad,

la soledad

..................del duelo y el sueño.



Tú crees soñar

........................tú eres soñado,

leemos

lo imborrable de la felicidad

en los restos de su caída,

la página se abre a la ceniza,

el recuerdo

....................a un relámpago

que llena el silencio de los confines.



A cada sueño,

a cada ausencia,

............................la escritura

inadvertida y fatal.






Abril, 1993

sábado, 6 de marzo de 2010

FRAGMENTOS A GEORG TRAKL


El silencio es el habla del canto, Holderlin y Adorno, por distintos caminos, nos dejaron luminosos trabajos sobre este misterio, también Georg Trakl, quien ya no soporta el poco sentido que permanece en las palabras; destrucción del lugar y del lenguaje. Atento a su propia explicación, hará finalmente de la reserva su morada. Sobre el ejemplo de su obra escribí este breve texto.




Expiras

bajo un cielo impasible,

horizonte de consumación que ha de venir.



Ayer,

contigo,

el silencio interrogaba tu palabra.



En la hora que cierras el libro

de huellas y heridas,

de innumerables vocablos

condenados sin lugar,

de ese dolor

del mundo de la gracia,

ya fuera del canto,

viento en el viento.



En las pasiones del testigo

nada poseemos sobre la tierra,

en los libros del testigo

nos queda la desnudez