lunes, 21 de septiembre de 2009

LUCERNARIO




La lectura nos compromete, un compromiso de desprendimiento. Fueron mis palabras lo abrazado a la última lámpara del atardecer, palabra posible en su propia disolución. Todas las palabras esenciales vendrán en esa última luz, las palabras devueltas en una borradura. El acontecimiento poético estaría en el inventario formal de una aprendizaje de la soledad, una insistente obsesión por la muerte de la palabra, un otoño de su simbolismo, cuando deja su lugar a una cesura que muestra la escisión.




Tú no sabes de exilios, tú duermes

en el agosto remoto,

en la demora en el fuego del sueño,

con el silencio y el viento

en el ramaje del horizonte.

Piensas

extenderte aun por huellas de sombra,

aguardar los remotos signos del mar,

mirando

tus pasos en las arenas,

el regreso

oscuro a las aguas calientes.

no ha de extinguirse tu lejanía,

tu figura extraña

en la memoria de las huellas.

Como la oscura noche

sobre la última lámpara,

tú no sabes de exilios, tú sueñas

en el silencio que se nombra,

sin afuera,

como anuncian el vacío o la sed,

sombra a sombra sobre lo borrado

lentamente en lo oscuro.









6 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Qué cierto, la lectura nos compromete.

"Como anuncian el vacío o la sed,
sombra a sombra sobre lo borrado
lentamente en lo oscuro".

Precioso y limpio, misterioso.

"Aguardar los remotos signos del mar"

Da gusto venir.

Juan Manuel Macías dijo...

Bellísimo, Luis. Cuánta verdad y lucidez en esas imágenes.
Un abrazo grande

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias, querida Olga. La lectura y escritura con su despliegue simbólico, aquella moneda de Herchok y su trozo perdido, y ese desandar y buscar.

Un beso

José Luis Garrido Peña dijo...

Gracias, Juan Manuel, me alegro de que te guste. Breves intentos de aproximación a esa escritura que se dibuja y se anuncia en la soledad.

Un fuerte abrazo.

Marisa Peña dijo...

Querido Luis, sabes bien cómo me gusta este estilo tuyo tan puro y sobrio, tan profundo y humano. La búsqueda a través de la palabra, la luz, y esa suerte de exilio inevitable del que , tal vez, nos salva la poesía.
No sé si me repito, pero eso es lo que siento cuando leo tus poemas.
Un beso.

José Luis Garrido Peña dijo...

Muchas gracias, querida Marisa. La búsqueda en un continuo desprendimiento, como tu bien dices. Siempre son nuevas tus palabras y tu atención.

Un beso