lunes, 4 de agosto de 2008

EL ENIGMA DE LA SALIDA DEL TIEMPO

Paul Celan. Obras completas
Editorial Trotta. Madrid. 1999
Prólogo de Carlos Ortega. Traducción de José Luis Reina Palazón


VERDAD Y SILENCIO

La obra de Paul Celan es uno de los dos grandes pilares de la lírica alemana de posguerra, el otro es Gottfried Benn. Autor de enorme influencia en la literatura europea contemporánea, no así, como algunos nos quieren hacer ver, en la española, pocos han sido los que han intentado acercarnos bien en nuestra lengua a esta escritura apasionada y precisa. El tan reiterado hermetismo (él aconsejaba que se leyeran varias veces sus textos), la llamada “poesía sobre poesía” que tanto nos ha contaminado, han hecho creer a muchos lectores que están ante una obra excesivamente difícil, cuando al final de una experiencia de esta hondura lo que nos debemos preguntar siempre es por sus resultados: el acercamiento a una verdad de naturaleza esencialmente moral como es la obra de este autor, pues Celan pertenece a esa clase de escritores íntegros, como Holderlin, que no puede hablarnos de otra forma porque ha avanzado mucho en el camino, Celan, y esto es definitivo, no falsifica. La subversión, la indagación ontológica, la rebeldía ante los grandes temas, sus preguntas sin respuestas posibles, su invitación constante a seguirle con desesperación, han sido y serán siempre la marca de estirpe de los grandes. En España ha tenido su influencia (Poesía del silencio), aunque menor de lo que puede parecer y con pocos autores de valía que hayan asimilado bien su herencia. Sospecho que en nuestro país se le ha citado más que leído, su obra se sirve bien a las disquisiciones teóricas dada su naturaleza, han abundado demasiados epígonos que han aportado poco, dejándonos una escritura repleta de vaguedades e insustancial.

VUELTA AL EXTRAÑO SENTIDO

Al recorrer la poesía de Celan vanos sintiendo que se acerca desesperadamente al final, al silencio. Como Recuerda Gadamer, entendía su obra como una botella arrojada al mar, siempre habrá alguien que encontrará el envío y lo recoja, su lenguaje concentrado y, tengo que nombrarlo, críptico, es la imagen de una figura en la lejanía, su obra necesita la relectura. Esa pregunta por el silencio a la que nos traslada constantemente no es otra pregunta que la de la fuente del ser, todo comienzo y final. La poesía de este autor es un lenguaje de limites, un canto de frontera, un vacío que debemos habitar para escuchar, para comenzar un decir. Hay en ella un sentido sacramental, una materia sensible que se hace interioridad espiritual, su desolada conciencia del lenguaje lo adentran en los hondos enigmas del sentido, cuestionando al final el propio silencio o la nada, su obra está tocada por el enigma de la salida del tiempo, quizás ahí esté la ética de su trabajo, en una reintegración a las palabras de su valor verdadero. Conviene recordar unas palabras de Flaubert que bien se pueden aplicar a esta escritura “Para describir un fuego llameante y un árbol en una llanura, permanezcamos ante ese fuego y ese árbol hasta que no se parezcan, no se nos parezcan, a ningún otro árbol y a ningún otro fuego.

SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN

La Editorial Trotta, en una cuidada edición, pone por primera vez ante el lector castellano las obras completas de Paul Celan, que abarcan sus diez libros de poemas, más poesías dispersas, así con su breve obra en prosa, compuestas por conferencia y demás.

Paul Celan nació en 1920 y tuvo una existencia difícil, judío, sus padres fueron asesinados en un campo de concentración nazi, él mismo más tarde también sufriría cárcel por los verdugos de su familia, su voz sigue siendo un grito contra la barbarie, murió por propia mano en 1970. En el prólogo del libro, Carlos Ortega reproduce las certeras palabras que Henri Michaux escribió tras su muerte.


Paul Celan se encontró en el camino de la vida con grandes obstáculos, muy grandes obstáculos, algunos casi insuperables, y uno, el último, insuperable de verdad. Fue en aquel penoso periodo donde tuvo lugar nuestro encuentro, donde nos conocimos...sin conocernos. Hablamos mucho con el fin de no tener que hablar. En él, lo que era grave era demasiado grave.
No hubiera consentido que alguien se entrometiera. Para detenerse utilizaba con frecuencia una sonrisa, una sonrisa que había pasado por mil naufragios.
La cura que la escritura le proporcionaba no era suficiente, no ha sido suficiente. Saltos en balde. Siempre en la sala de los gritos, apretujado en los instrumentos de tortura. Cada vez, un cielo de tinta. Cada día trae finalmente su golpe.


El Mirador. Diario de Andalucía
Domingo, 4 de junio de 2000

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