miércoles, 27 de agosto de 2008

PROLOGO AL EVANGELIO DE SAN JUAN


Considerado de gran profundidad teológica, el Evangelio de San Juan (el discípulo amado) es también de un alto contraste en su exposición, conteniendo pasajes de indudable belleza, a pesar de cierta historiografía, que se empeña en encontrarle un vocabulario pobre y una dicción sencilla. A diferencia de los otros, su dialéctica no es rabínica ni discursiva, su gran espíritu místico e intuitivo es el que le otorga mas actualidad y hondura. Su prólogo, que aquí muestro, aparte de su principal y extraordinario elemento religioso, es uno de los textos que ha ejercido una mayor influencia no reconocida en numerosas obras y autores literarios.

Kata Ioanen

En el principio era la Palabra
y la palabra estaba cerca del Dios
y Dios era la Palabra.
Ësta en el principio
estaba cerca del Dios.
Por medio de ella todo fue creado
y nada fue creado sin ella.
En ella estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brillaba en las tinieblas
y las tiniebla no la han hecho suya.
Vino un hombre enviado por Dios
y su nombre era Juan.
Vino como testigo
para dar testimonio de la luz
para que todos creyeran por él.
El no era la luz,
pero daba testimonio de luz.
De la luz verdadera
que iluminará a todos los hombres
y había de venir al mundo.
En el mundo estaba,
por medio de ella el mundo fue creado,
pero el mundo no la conoció.
Vino entre los suyos
y los suyos no la recibieron.
Pero a los que la recibieron
y creen en su nombre
los ha hecho capaces de ser hijos de Dios.
Y éstos no por la sangre
ni por la voluntad de la carne
ni por la voluntad del hombre,
sino por Dios son engendrados.
Y la palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros
y hemos visto su gloria:
la gloria del ungénito del Padre
llena de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él clamando:
Éste es aquel de quien había dicho:
el que viene después de mi
viene delante de mí,
pero existía antes que yo.
Y de su plenitud
todos recibimos
gracia sobre gracia.
La ley fue dada por Moisés,
la gracia y la verdad por Jesucristo.
Nadie jamás ha visto a Dios
Dios ungénito,
el que está en el seno del Padre
es quien lo ha revelado.


(Ver. Salvatore Cuasimodo / J. A. Valente)